Nueva Biblia Latinoamericana
Y estaba escuchando cierta mujer llamada Lidia, de la ciudad de Tiatira, vendedora de telas de púrpura, que adoraba a Dios; y el Señor abrió su corazón para que recibiera lo que Pablo decía. (Hechos 16:14)
Cuando ella y su familia se bautizaron, nos rogó: "Si juzgan que soy fiel al Señor, vengan a mi casa y quédense en ella." Y nos persuadió a ir. (Hechos 16:15)
Mientras íbamos al lugar de oración, nos salió al encuentro una muchacha esclava que tenía espíritu de adivinación, la cual daba grandes ganancias a sus amos, adivinando. (Hechos 16:16)
Esta, siguiendo a Pablo y a nosotros, gritaba: "Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, quienes les proclaman el camino de salvación."
Esto lo hacía por muchos días; pero desagradando esto a Pablo, se volvió y dijo al espíritu: "¡Te ordeno, en el nombre de Jesucristo, que salgas de ella!" Y el espíritu salió en aquel mismo momento. (Hechos 16:18)
Pero cuando sus amos vieron que se les había ido la esperanza de ganancia para ellos, prendieron a Pablo y a Silas, y los arrastraron hasta la plaza, ante las autoridades. (Hechos 16:19)
Después de haberlos presentado a los magistrados superiores, dijeron: "Estos hombres, siendo Judíos, alborotan nuestra ciudad, (Hechos 16:20)

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Hechos 16:17 - Referencia Cruzada

Anden como libres, pero no usen la libertad como pretexto para la maldad, sino empléenla como siervos de Dios. (1 Pedro 2:16)
¿Qué tienes que ver con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo sé quien Tú eres: el Santo de Dios." (Marcus 1:24)
Y Le preguntaron: "Maestro, sabemos que hablas y enseñas rectamente, y no Te guías por las apariencias, sino que enseñas con verdad el camino de Dios. (Lucas 20:21)
El rey entonces dio órdenes que trajeran a Daniel y lo echaran en el foso de los leones. El rey habló a Daniel y le dijo: "Tu Dios, a quien sirves con perseverancia, El te librará." (Daniel 6:16)
y gritando a gran voz, dijo: "¿Qué tengo yo que ver contigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te imploro por Dios que no me atormentes." (Marcus 5:7)
Al ver a Jesús, gritó y cayó delante de El, y dijo en alta voz: "¿Qué tienes Tú que ver conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te ruego que no me atormentes." (Lucas 8:28)
Entonces Nabucodonosor dijo: "Bendito sea el Dios de Sadrac, Mesac y Abed Nego que ha enviado a Su ángel y ha librado a Sus siervos que, confiando en El, desobedecieron la orden del rey y entregaron sus cuerpos antes de servir y adorar a ningún otro dios excepto a su Dios. (Daniel 3:28)
¿Con qué me presentaré al SEÑOR Y me postraré ante el Dios de lo alto? ¿Me presentaré delante de El con holocaustos, Con becerros de un año? (Miqueas 6:6)
Clamaré al Dios Altísimo, Al Dios que todo lo hace para mí. (Salmos 57:2)
Jesús le dijo: "Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por Mí. (Juan 14:6)
Me ha parecido bien declarar las señales y maravillas que ha hecho conmigo el Dios Altísimo. (Daniel 4:2)
Cuando ellos llegaron, Le dijeron: "Maestro, sabemos que eres veraz y que no buscas el favor de nadie, porque eres imparcial, y enseñas el camino de Dios con verdad. ¿Es lícito pagar impuesto al César, o no? (Marcus 12:14)
Y Melquisedec, rey de Salem (Jerusalén, Ciudad de Paz), sacó pan y vino; él era sacerdote del Dios Altísimo. (Génesis 14:18)
Entren por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y amplia es la senda que lleva a la perdición (destrucción), y muchos son los que entran por ella. (Mateo 7:13)
Entonces, hermanos, puesto que tenemos confianza para entrar al Lugar Santísimo por la sangre de Jesús, (Hebreos 10:19)
También de muchos salían demonios, gritando: "¡Tú eres el Hijo de Dios!" Pero, reprendiéndolos, no les permitía hablar, porque sabían que El era el Cristo (el Mesías). (Lucas 4:41)
Se acordaban de que Dios era su Roca, Y el Dios Altísimo su Redentor. (Salmos 78:35)
Y gritaron: "¿Qué hay entre Tú y nosotros, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí para atormentarnos antes del tiempo (designado para el juicio)?" (Mateo 8:29)
y después de sacarlos, dijo: "Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?" (Hechos 16:30)
Y los Fariseos enviaron algunos de sus discípulos junto con los partidarios de Herodes (Antipas), diciendo: "Maestro, sabemos que eres veraz y que enseñas el camino de Dios con verdad, y no buscas el favor de nadie, porque eres imparcial. (Mateo 22:16)
Y acercándose al foso, gritó a Daniel con voz angustiada. El rey habló a Daniel y le dijo: "Daniel, siervo del Dios viviente, tu Dios, a quien sirves con perseverancia, ¿te ha podido librar de los leones?" (Daniel 6:20)
PARA DAR LUZ A LOS QUE HABITAN EN TINIEBLAS Y EN SOMBRA DE MUERTE, Para guiar nuestros pies en el camino de paz." (Lucas 1:79)
Y comenzó a hablar abiertamente en la sinagoga. Pero cuando Priscila y Aquila lo oyeron, lo llevaron aparte y le explicaron con mayor exactitud el camino de Dios. (Hechos 18:26)
Oh rey, el Dios Altísimo concedió a tu padre Nabucodonosor soberanía (el reino), grandeza, gloria y majestad. (Daniel 5:18)
Pero también algunos de los Judíos, exorcistas ambulantes, trataron de invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritus malos, diciendo: "Les ordeno que salgan, en el Nombre de Jesús a quien Pablo predica." (Hechos 19:13)
El les respondió: "Soy Hebreo, y temo al SEÑOR Dios del cielo, que hizo el mar y la tierra." (Jonás 1:9)
Fue echado de entre los hombres, su corazón se hizo semejante al de las bestias y con los asnos monteses tuvo su morada. Se le dio a comer hierba como al ganado y su cuerpo se empapó con el rocío del cielo, hasta que reconoció que el Dios Altísimo domina sobre el reino de los hombres y que pone sobre él a quien Le place. (Daniel 5:21)
Déjanos. ¿Qué tienes que ver con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo sé quién Tú eres: el Santo de Dios." (Lucas 4:34)
Entonces Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno de fuego ardiente y dijo: "Sadrac, Mesac y Abed Nego, siervos del Dios Altísimo, salgan y vengan acá." Entonces Sadrac, Mesac y Abed Nego salieron de en medio del fuego. (Daniel 3:26)
Para dar a Su pueblo el conocimiento de la salvación Por el perdón de sus pecados, (Lucas 1:77)