No podemos aprender paciencia sin tribulación
La tribulación nos enseña a tener paciencia, lo cual es una virtud valiosa. Aunque la tribulación en sí misma suele generar impaciencia, incredulidad y rebelión, la gracia de Dios puede transformarla en paciencia. Debemos permitir que nuestras tribulaciones nos fortalezcan y nos acerquen a Dios.
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