Por todos los siglos
El Padrenuestro termina con la declaración de que el reino, el poder y la gloria pertenecen a Dios por todos los siglos. Esto significa que el señorío de Dios es eterno e irrevocable, y que un día todos los creyentes morarán en esa dimensión eterna y perfecta. A la luz de la resurrección venidera, debemos estar firmes y constantes en nuestra fe y seguir creciendo en la obra del Señor. La controversia milenial entre el bien y el mal terminará y la voluntad de Dios se cumplirá en la tierra como en el cielo. Jesús está destinado a reinar por toda la eternidad, y todos los que nos afiliamos a él en esta vida seremos llamados a reinar juntamente con él y a participar de su gloria. Podemos soportar todas las aflicciones de este mundo sabiendo que somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó y se dio por nosotros.
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