Nueva Biblia Latinoamericana
Y vino uno de los oficiales de la sinagoga, llamado Jairo, y al ver a Jesús, se postró a Sus pies, (Marcus 5:22)
y Le rogaba con insistencia: "Mi hijita está al borde de la muerte; Te ruego que vengas y pongas las manos sobre ella para que sane y viva." (Marcus 5:23)
Jesús fue con él; y una gran multitud Lo seguía y oprimía. (Marcus 5:24)
Había una mujer que padecía de flujo de sangre por doce años.
Había sufrido mucho a manos de muchos médicos, y había gastado todo lo que tenía sin provecho alguno, sino que al contrario, había empeorado. (Marcus 5:26)
Cuando ella oyó hablar de Jesús, se llegó a El por detrás entre la multitud y tocó Su manto. (Marcus 5:27)
Porque decía: "Si tan sólo toco Sus ropas, sanaré." (Marcus 5:28)

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Marcus 5:25 - Referencia Cruzada

Y una mujer que había estado sufriendo de flujo de sangre por doce años, se Le acercó por detrás y tocó el borde de Su manto; (Mateo 9:20)
y había allí una mujer que durante dieciocho años había tenido una enfermedad causada por un espíritu; estaba encorvada, y de ninguna manera se podía enderezar. (Lucas 13:11)
Y una mujer que había tenido un flujo de sangre por doce años y que había gastado en médicos todo cuanto tenía, sin que nadie pudiera curarla, (Lucas 8:43)
Si una mujer tiene un flujo de sangre por muchos días, no en el período de su impureza menstrual, o si tiene un flujo después de ese período, todos los días de su flujo impuro continuará como en los días de su impureza menstrual; es inmunda. (Levítico 15:25)
Allí encontró a un hombre llamado Eneas, que había estado postrado en cama por ocho años, porque estaba paralítico. (Hechos 9:33)
porque el hombre en quien se había realizado este milagro (esta señal) de sanidad tenía más de cuarenta años. (Hechos 4:22)
Cuando una mujer tenga flujo, si el flujo en su cuerpo es sangre, ella permanecerá en su impureza menstrual por siete días; y cualquiera que la toque quedará inmundo hasta el atardecer. (Levítico 15:19)
Estaba allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. (Juan 5:5)