Nueva Biblia Latinoamericana
Sin embargo, si tú has advertido al justo de que el justo no debe pecar, y él no peca, ciertamente vivirá porque aceptó la advertencia, y tú habrás salvado tu vida." (Ezequiel 3:21)
La mano del SEÑOR vino allí sobre mí, y El me dijo: "Levántate, ve a la llanura, y allí te hablaré." (Ezequiel 3:22)
Así que me levanté y salí a la llanura; y la gloria del SEÑOR estaba parada allí, como la gloria que yo había visto junto al río Quebar, y caí rostro en tierra. (Ezequiel 3:23)
Entonces el Espíritu entró en mí, me hizo ponerme en pie y habló conmigo, y me dijo: "Ve, enciérrate en tu casa.
Y tú, hijo de hombre, mira, te echarán cuerdas y con ellas te atarán para que no salgas en medio de ellos. (Ezequiel 3:25)
Haré que tu lengua se te pegue al paladar y enmudecerás, y no serás para ellos el hombre que reprenda, porque son una casa rebelde. (Ezequiel 3:26)
Pero cuando Yo te hable, te abriré la boca, y les dirás: 'Así dice el Señor DIOS.' El que oye, que oiga; el que rehúse oír, que rehúse; porque son una casa rebelde. (Ezequiel 3:27)

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Ezequiel 3:24 - Referencia Cruzada

Y profeticé como El me había ordenado, y el espíritu entró en ellos, y vivieron y se pusieron en pie, un enorme e inmenso ejército. (Ezequiel 37:10)
Me quedé solo viendo esta gran visión. No me quedaron fuerzas, y mi rostro se demudó, desfigurándose, sin retener yo fuerza alguna. (Daniel 10:8)
y me dijo: "No temas, hombre muy estimado. La paz sea contigo. Sé fuerte y aliéntate." Cuando habló conmigo, recobré las fuerzas, y dije: "Hable mi señor, porque me has fortalecido." (Daniel 10:19)
Y tú, hijo de hombre, toma una tableta de barro, ponla delante de ti y graba en ella una ciudad, Jerusalén. (Ezequiel 4:1)
Mientras El me hablaba el Espíritu entró en mí y me puso en pie; y oí al que me hablaba. (Ezequiel 2:2)