Nueva Biblia Latinoamericana
Pero si tú has advertido al impío, y éste no se aparta de su impiedad ni de su camino impío, él morirá por su iniquidad, pero tú habrás salvado tu vida. (Ezequiel 3:19)
Y cuando un justo se desvíe de su justicia y cometa iniquidad, Yo pondré un obstáculo delante de él, y morirá; porque tú no le advertiste, él morirá por su pecado, y las obras de justicia que había hecho no serán recordadas, pero Yo demandaré su sangre de tu mano. (Ezequiel 3:20)
Sin embargo, si tú has advertido al justo de que el justo no debe pecar, y él no peca, ciertamente vivirá porque aceptó la advertencia, y tú habrás salvado tu vida." (Ezequiel 3:21)
La mano del SEÑOR vino allí sobre mí, y El me dijo: "Levántate, ve a la llanura, y allí te hablaré."
Así que me levanté y salí a la llanura; y la gloria del SEÑOR estaba parada allí, como la gloria que yo había visto junto al río Quebar, y caí rostro en tierra. (Ezequiel 3:23)
Entonces el Espíritu entró en mí, me hizo ponerme en pie y habló conmigo, y me dijo: "Ve, enciérrate en tu casa. (Ezequiel 3:24)
Y tú, hijo de hombre, mira, te echarán cuerdas y con ellas te atarán para que no salgas en medio de ellos. (Ezequiel 3:25)

Otras publicaciones relacionadas con "Ezequiel 3:22":

Dr. Roberto Miranda
Un Dios justo da castigo y recompensa
Un artículo sobre el amor de Dios y su sistema de recompensa y castigo, y la responsabilidad de la iglesia de advertir a la gente sobre el juicio venidero y compartir las buenas nuevas de salvación.


Dr. Roberto Miranda
Dios te sacará siempre del Seol
El autor habla sobre la importancia de comprometerse a vivir una vida de perpetua renovación y nunca ceder a la idea de que con el paso del tiempo nos volvemos más débiles y aburridos. También habla sobre la promesa de resurrección después de la muerte y rescate del Seol.


Ezequiel 3:22 - Referencia Cruzada

levántate, entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer." (Hechos 9:6)
El Espíritu me levantó y me tomó; yo iba con amargura en la indignación de mi espíritu, y la mano del SEÑOR era fuerte sobre mí. (Ezequiel 3:14)
La gloria del Dios de Israel estaba allí, como la visión que yo había visto en la llanura. (Ezequiel 8:4)
La mano del SEÑOR vino sobre mí, y me sacó en el Espíritu del SEÑOR, y me puso en medio del valle que estaba lleno de huesos. (Ezequiel 37:1)
la palabra del SEÑOR fue dirigida al sacerdote Ezequiel, hijo de Buzi, en la tierra de los Caldeos junto al río Quebar, y allí vino sobre él la mano del SEÑOR.) (Ezequiel 1:3)