Nueva Biblia Latinoamericana
Por aquel tiempo Abías, hijo de Jeroboam, se enfermó. (1 Reyes 14:1)
Y Jeroboam dijo a su mujer: "Levántate ahora y disfrázate para que no conozcan que eres la mujer de Jeroboam, y ve a Silo, pues allí está el profeta Ahías, que dijo de mí que yo sería rey sobre este pueblo. (1 Reyes 14:2)
Toma en tus manos diez panes, tortas y un jarro de miel, y ve a él. El te dirá lo que le ha de suceder al niño." (1 Reyes 14:3)
Así lo hizo la mujer de Jeroboam; se levantó, fue a Silo y llegó a casa de Ahías. Y Ahías no podía ver porque sus ojos se habían nublado a causa de su vejez.
Pero el SEÑOR había dicho a Ahías: "La mujer de Jeroboam viene a consultarte sobre su hijo, pues está enfermo. Esto y esto le dirás, pues será que cuando ella venga, fingirá ser otra mujer." (1 Reyes 14:5)
Cuando Ahías oyó el ruido de los pasos de ella al entrar por la puerta, dijo: "Entra, mujer de Jeroboam. ¿Por qué finges ser otra mujer? Pues he sido enviado a ti con un duro mensaje. (1 Reyes 14:6)
Ve, dile a Jeroboam: 'Así dice el SEÑOR, Dios de Israel: "Yo te levanté de entre el pueblo y te hice príncipe sobre Mi pueblo Israel. (1 Reyes 14:7)

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1 Reyes 14:4 - Referencia Cruzada

Los ojos de Israel estaban tan débiles por la vejez que no podía ver. Entonces José se los acercó, y él los besó y los abrazó. (Génesis 48:10)
Entonces toda la congregación de los Israelitas se reunió en Silo, y levantaron allí la tienda de reunión; y la tierra estaba sometida delante de ellos. (Josué 18:1)
Ahora pues, vayan a Mi lugar en Silo, donde al principio hice morar Mi nombre, y vean lo que hice con él a causa de la maldad de Mi pueblo Israel. (Jeremías 7:12)
Y aconteció que siendo ya viejo Isaac, y sus ojos demasiado débiles para ver, llamó a Esaú, su hijo mayor, y le dijo: "Hijo mío." "Aquí estoy," le respondió Esaú. (Génesis 27:1)
Cuando el pueblo volvió al campamento, los ancianos de Israel dijeron: "¿Por qué nos ha derrotado hoy el SEÑOR delante de los Filisteos? Tomemos con nosotros, de Silo, el arca del pacto del SEÑOR, para que vaya en medio de nosotros y nos libre del poder de nuestros enemigos." (1 Samuel 4:3)
Y aconteció un día, estando Elí acostado en su aposento (sus ojos habían comenzado a oscurecerse y no podía ver bien ), (1 Samuel 3:2)
Los días de nuestra vida llegan a setenta años; Y en caso de mayor vigor, a ochenta años. Con todo, su orgullo es sólo trabajo y pesar, Porque pronto pasa, y volamos. (Salmos 90:10)
Y en aquel tiempo, cuando Jeroboam salía de Jerusalén, el profeta Ahías el Silonita lo encontró en el camino. Ahías se había puesto un manto nuevo y los dos estaban solos en el campo. (1 Reyes 11:29)
Elí tenía noventa y ocho años, sus ojos se habían cegado y no podía ver. (1 Samuel 4:15)
Aunque Moisés tenía 120 años cuando murió, no se habían apagado sus ojos, ni había perdido su vigor. (Deuteronomio 34:7)
El día cuando tiemblen los guardas de la casa Y los fuertes se encorven, Las que muelen estén ociosas porque son pocas, Y se nublen los que miran por las ventanas. (Eclesiastés 12:3)
Y Jeroboam dijo a su mujer: "Levántate ahora y disfrázate para que no conozcan que eres la mujer de Jeroboam, y ve a Silo, pues allí está el profeta Ahías, que dijo de mí que yo sería rey sobre este pueblo. (1 Reyes 14:2)