Nueva Biblia Latinoamericana
Porque hemos sido consumidos con Tu ira, Y por Tu furor hemos sido conturbados. (Salmos 90:7)
Has puesto nuestras iniquidades delante de Ti, Nuestros pecados secretos a la luz de Tu presencia. (Salmos 90:8)
Porque por Tu furor han declinado todos nuestros días; Acabamos nuestros años como un suspiro. (Salmos 90:9)
Los días de nuestra vida llegan a setenta años; Y en caso de mayor vigor, a ochenta años. Con todo, su orgullo es sólo trabajo y pesar, Porque pronto pasa, y volamos.
¿Quién conoce el poder de Tu ira, Y Tu furor conforme al temor (a la reverencia) que se debe a Ti? (Salmos 90:11)
Enséñanos a contar de tal modo nuestros días, Que traigamos al corazón sabiduría. (Salmos 90:12)
Vuelve, SEÑOR; ¿hasta cuándo? Y compadécete de Tus siervos. (Salmos 90:13)

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Salmos 90:10 - Referencia Cruzada

Huye como un sueño, y no lo pueden encontrar, Y como visión nocturna es ahuyentado. (Job 20:8)
Se acordaba de que ellos eran carne, Un soplo que pasa y no vuelve. (Salmos 78:39)
Como tienda de pastor, mi morada es arrancada y alejada de mí; Como un tejedor enrollé mi vida. Del telar, El me cortó; Del día a la noche acabas conmigo. (Isaías 38:12)
Sin embargo, ustedes no saben cómo será su vida mañana. Sólo son un vapor que aparece por un poco de tiempo y luego se desvanece. (Santiago 4:14)
El rey David ya era muy anciano, entrado en días; lo cubrían de ropas pero no entraba en calor. (1 Reyes 1:1)
Entonces Jacob respondió a Faraón: "Los años de mi peregrinación son 130 años; pocos y malos han sido los años de mi vida, y no han alcanzado a los años que mis padres vivieron en los días de su peregrinación." (Génesis 47:9)
Pero Dios le dijo: '¡Necio! Esta misma noche te reclaman el alma; y ahora, ¿para quién será lo que has provisto?' (Lucas 12:20)
Antes que se oscurezcan el sol y la luz, La luna y las estrellas, Y las nubes vuelvan tras la lluvia; (Eclesiastés 12:2)
Son exaltados por poco tiempo, después desaparecen; Además son humillados y como todo, recogidos; Como las cabezas de las espigas son cortados. (Job 24:24)
Aunque Moisés tenía 120 años cuando murió, no se habían apagado sus ojos, ni había perdido su vigor. (Deuteronomio 34:7)
Pero el hombre muere y yace inerte. El hombre expira, ¿y dónde está? (Job 14:10)
Ahora tengo ochenta años. ¿Puedo distinguir entre lo bueno y lo malo? ¿Puede su siervo saborear lo que come o bebe? ¿Puede oír aún la voz de los cantores o de las cantoras? ¿Por qué, pues, ha de ser su siervo otra carga más para mi señor el rey? (2 Samuel 19:35)