Isaías había dicho: "Que tomen una masa de higos y la pongan en la llaga para que se recupere."
(Isaías 38:21)Entonces Ezequías había preguntado: "¿Cuál será la señal de que subiré a la casa del SEÑOR?"
(Isaías 38:22)En aquel tiempo Merodac Baladán, hijo de Baladán, rey de Babilonia, envió cartas y un regalo a Ezequías porque oyó que había estado enfermo y se había recuperado.
(Isaías 39:1)Se alegró por ello Ezequías y les mostró la casa de su tesoro: la plata y el oro, las especias y el aceite precioso, todo su arsenal y todo lo que se hallaba en sus tesoros. No hubo nada en su casa ni en todo su dominio que Ezequías no les mostrara.
Entonces el profeta Isaías vino al rey Ezequías, y le preguntó: "¿Qué han dicho esos hombres y de dónde han venido a ti?" Y Ezequías respondió: "Han venido a mí de un país lejano, de Babilonia."
(Isaías 39:3)¿Qué han visto en tu casa?" preguntó el profeta. "Han visto todo lo que hay en mi casa," respondió Ezequías; "no hay nada entre mis tesoros que yo no les haya mostrado."
(Isaías 39:4)Entonces Isaías dijo a Ezequías: "Oye la palabra del SEÑOR de los ejércitos:
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Isaías 39:2 - Referencia Cruzada
Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros.
(1 Juan 1:8)Cada uno de ellos traía su presente: objetos de plata y objetos de oro, vestidos, armas, especias, caballos y mulos; y así año tras año.
(1 Reyes 10:25)Y Ezequías los escuchó y les mostró toda su casa del tesoro: la plata y el oro, las especias y el aceite precioso, su arsenal y todo lo que se hallaba en sus tesoros. No hubo nada en su casa ni en todo su dominio que Ezequías no les mostrara.
(2 Reyes 20:13)Entonces la reina le dio al rey 4.1 toneladas de oro, y gran cantidad de especias aromáticas y piedras preciosas. Nunca hubo especias aromáticas como las que la reina de Sabá dio al rey Salomón.
(2 Crónicas 9:9)No confíen ustedes en príncipes, Ni en hijo de hombre en quien no hay salvación.
(Salmos 146:3)Aun en el asunto de los enviados por los gobernantes de Babilonia, que los mandaron a él para investigar la maravilla que había acontecido en el país, Dios lo dejó solo para probarlo, a fin de saber todo lo que había en su corazón.
(2 Crónicas 32:31)Más engañoso que todo, es el corazón, Y sin remedio; ¿Quién lo comprenderá?
(Jeremías 17:9)Con toda diligencia guarda tu corazón, Porque de él brotan los manantiales de la vida.
(Proverbios 4:23)Llegó a Jerusalén con un séquito muy grande, con camellos cargados de especias, y gran cantidad de oro y piedras preciosas. Cuando vino a Salomón, habló con él de todo lo que tenía en su corazón.
(1 Reyes 10:2)Y Ezequías le dio toda la plata que se hallaba en la casa del SEÑOR y en los tesoros de la casa del rey.
(2 Reyes 18:15)Entonces ella dio al rey 4.1 toneladas de oro, y gran cantidad de especias aromáticas y piedras preciosas. Nunca más entró tanta abundancia de especias aromáticas como las que la reina de Sabá dio al rey Salomón.
(1 Reyes 10:10)Si me he alegrado porque mi riqueza era grande, Y porque mi mano había adquirido mucho;
(Job 31:25)Y dada la extraordinaria grandeza de las revelaciones, por esta razón, para impedir que me enalteciera, me fue dada una espina en la carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca.
(2 Corintios 12:7)Ciertamente no hay hombre justo en la tierra Que haga el bien y nunca peque.
(Eclesiastés 7:20)sin contar lo de los mercaderes, las mercancías de los comerciantes, de todos los reyes de Arabia y de los gobernadores de la tierra.
(1 Reyes 10:15)Ezequías tenía inmensas riquezas y honores. Hizo para sí depósitos para plata, oro, piedras preciosas, especias, escudos y toda clase de objetos de valor.
(2 Crónicas 32:27)Pero Ezequías no correspondió al bien que había recibido, porque su corazón era orgulloso; por tanto, la ira vino sobre él, sobre Judá y sobre Jerusalén.
(2 Crónicas 32:25)Cuando la reina de Sabá oyó de la fama de Salomón, vino a Jerusalén a probar a Salomón con preguntas difíciles. Ella tenía un séquito muy grande, con camellos cargados de especias y gran cantidad de oro y piedras preciosas. Cuando vino a Salomón, habló con él de todo lo que tenía en su corazón.
(2 Crónicas 9:1)