Nueva Biblia Latinoamericana
Se temerá a la altura y a los terrores en el camino. Cuando florezca el almendro, se arrastre la langosta y la alcaparra pierda su efecto; Porque el hombre va a su morada eterna Mientras los del duelo andan por la calle. (Eclesiastés 12:5)
Acuérdate de El antes que se rompa el hilo de plata, Se quiebre el cuenco de oro, Se rompa el cántaro junto a la fuente, Y se haga pedazos la rueda junto al pozo; (Eclesiastés 12:6)
Entonces el polvo volverá a la tierra como lo que era, Y el espíritu volverá a Dios que lo dio. (Eclesiastés 12:7)
Vanidad de vanidades," dice el Predicador, "todo es vanidad."
El Predicador, además de ser sabio, enseñó también sabiduría al pueblo; y reflexionó, investigó y compuso muchos proverbios. (Eclesiastés 12:9)
El Predicador trató de encontrar palabras agradables, y de escribir correctamente palabras de verdad. (Eclesiastés 12:10)
Las palabras de los sabios son como aguijones, y como clavos bien clavados las de los maestros de estas colecciones, dadas por un Pastor. (Eclesiastés 12:11)

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Eclesiastés 12:8 - Referencia Cruzada

Los hombres de baja condición sólo son vanidad, y los de alto rango son mentira; En la balanza suben, Todos juntos pesan menos que un soplo. (Salmos 62:9)
Y aborrecí la vida, porque me era penosa la obra que se hace bajo el sol, pues todo es vanidad y correr tras el viento. (Eclesiastés 2:17)
He visto todas las obras que se han hecho bajo el sol, y he observado que todo es vanidad y correr tras el viento. (Eclesiastés 1:14)
Vanidad de vanidades," dice el Predicador, "Vanidad de vanidades, todo es vanidad." (Eclesiastés 1:2)
He visto que todo trabajo y toda obra hábil que se hace, es el resultado de la rivalidad entre el hombre y su prójimo. También esto es vanidad y correr tras el viento. (Eclesiastés 4:4)
Porque, ¿quién sabe lo que es bueno para el hombre durante su vida, en los contados días de su vana vida? Los pasará como una sombra. Pues, ¿quién hará saber al hombre lo que sucederá después de él bajo el sol? (Eclesiastés 6:12)
No hay hombre que tenga potestad para refrenar el viento con el viento, Ni potestad sobre el día de la muerte. No se da licencia en tiempo de guerra, Ni la impiedad salvará a los que la practican. (Eclesiastés 8:8)