Nueva Biblia Latinoamericana
Porque no hay memoria duradera del sabio ni del necio, ya que todos serán olvidados en los días venideros. ¡Cómo mueren tanto el sabio como el necio!" (Eclesiastés 2:16)
Y aborrecí la vida, porque me era penosa la obra que se hace bajo el sol, pues todo es vanidad y correr tras el viento. (Eclesiastés 2:17)
Asimismo aborrecí todo el fruto de mi trabajo con que me había afanado bajo el sol, el cual tendré que dejar al hombre que vendrá después de mí. (Eclesiastés 2:18)
¿Y quién sabe si será sabio o necio? Sin embargo, él tendrá dominio sobre todo el fruto de mi trabajo con que me afané obrando sabiamente bajo el sol. También esto es vanidad.
Por tanto me desesperé en gran manera por todo el fruto de mi trabajo con que me había afanado bajo el sol. (Eclesiastés 2:20)
Cuando hay un hombre que ha trabajado con sabiduría, con conocimiento y con destreza, y da su hacienda al que no ha trabajado en ella, esto también es vanidad y un mal muy grande. (Eclesiastés 2:21)
Pues, ¿qué recibe el hombre de todo su trabajo y del esfuerzo de su corazón con que se afana bajo el sol? (Eclesiastés 2:22)

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Eclesiastés 2:19 - Referencia Cruzada

El rey les respondió con dureza, pues el rey Roboam había despreciado el consejo de los ancianos, (2 Crónicas 10:13)
El señor elogió al mayordomo injusto porque había procedido con sagacidad, pues los hijos de este siglo son más sagaces en las relaciones con sus semejantes que los hijos de la luz. (Lucas 16:8)
y les habló conforme al consejo de los jóvenes, diciéndoles: "Mi padre hizo pesado el yugo de ustedes, pero yo añadiré a su yugo; mi padre los castigó con látigos, pero yo los castigaré con escorpiones." (1 Reyes 12:14)
Y sucedió que en el quinto año del rey Roboam, Sisac, rey de Egipto, subió contra Jerusalén. (1 Reyes 14:25)
También esto llegué a ver como sabiduría bajo el sol, y me impresionó: (Eclesiastés 9:13)
Subió, pues, Sisac, rey de Egipto, contra Jerusalén y tomó los tesoros de la casa del SEÑOR y los tesoros del palacio del rey. De todo se apoderó; se llevó hasta los escudos de oro que había hecho Salomón. (2 Crónicas 12:9)
Pero la sabiduría de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, condescendiente (tolerante), llena de misericordia y de buenos frutos, sin vacilación, sin hipocresía. (Santiago 3:17)
Toda buena dádiva y todo don perfecto viene de lo alto, desciende del Padre de las luces, con el cual no hay cambio ni sombra de variación. (Santiago 1:17)
He visto que no hay nada mejor para el hombre que gozarse en sus obras, porque ésa es su suerte. Porque ¿quién le hará ver lo que ha de suceder después de él? (Eclesiastés 3:22)