Nueva Biblia Latinoamericana
Me engrandecí y superé a todos los que me precedieron en Jerusalén; también la sabiduría permaneció conmigo. (Eclesiastés 2:9)
Y de todo cuanto mis ojos deseaban, nada les negué, ni privé a mi corazón de ningún placer, porque mi corazón gozaba de todo mi trabajo. Esta fue la recompensa de toda mi labor. (Eclesiastés 2:10)
Consideré luego todas las obras que mis manos habían hecho y el trabajo en que me había empeñado, y resultó que todo era vanidad y correr tras el viento, y sin provecho bajo el sol. (Eclesiastés 2:11)
Yo volví, pues, a considerar la sabiduría, la locura y la insensatez. Porque ¿qué hará el hombre que venga después del rey sino lo que ya ha sido hecho?
Y yo vi que la sabiduría sobrepasa a la insensatez, como la luz a las tinieblas. (Eclesiastés 2:13)
El sabio tiene ojos en su cabeza, Pero el necio anda en tinieblas. Aunque yo sé también que ambos corren la misma suerte. (Eclesiastés 2:14)
Entonces me dije: "Como la suerte del necio, así también será la mía. ¿Para qué, pues, me aprovecha haber sido tan sabio?" Y me dije: "También esto es vanidad. (Eclesiastés 2:15)

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Eclesiastés 2:12 - Referencia Cruzada

Lo que fue, eso será, Y lo que se hizo, eso se hará; No hay nada nuevo bajo el sol. (Eclesiastés 1:9)
Dirigí mi corazón a conocer, A investigar y a buscar la sabiduría y la razón, Y a reconocer la maldad de la insensatez Y la necedad de la locura. (Eclesiastés 7:25)
Y apliqué mi corazón a conocer la sabiduría y a conocer la locura y la insensatez. Me di cuenta de que esto también es correr tras el viento. (Eclesiastés 1:17)