Guárdame de las garras de la trampa que me han tendido, Y de los lazos de los que hacen iniquidad.
(Salmos 141:9)Caigan los impíos en sus propias redes, Mientras yo paso a salvo.
(Salmos 141:10)Masquil de David, cuando estaba en la cueva. Plegaria. Clamo al SEÑOR con mi voz; Con mi voz suplico al SEÑOR.
(Salmos 142:1)Delante de El expongo mi queja; En Su presencia manifiesto mi angustia.
Cuando mi espíritu desmayaba dentro de mí, Tú conociste mi senda. En la senda en que camino Me han tendido una trampa.
(Salmos 142:3)Mira a la derecha, y ve, Porque no hay quien me tome en cuenta; No hay refugio para mí; No hay quien cuide de mi alma.
(Salmos 142:4)A Ti he clamado, SEÑOR; Dije: "Tú eres mi refugio, Mi porción en la tierra de los vivientes.
(Salmos 142:5)Otras publicaciones relacionadas con "Salmos 142:2":
Salmos 142:2 - Referencia Cruzada
De la misma manera, también el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad. No sabemos orar como debiéramos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.
(Romanos 8:26)Confíen en El en todo tiempo, Oh pueblo; derramen su corazón delante de El; Dios es nuestro refugio. (Selah)
(Salmos 62:8)Plegaria de uno que sufre, cuando desmaya y expone su queja ante el SEÑOR. Oh SEÑOR, escucha mi oración, Y llegue a Ti mi clamor.
(Salmos 102:1)Los lazos de la muerte me cercaron, Y los torrentes de iniquidad me atemorizaron.
(Salmos 18:4)Pero Ana respondió: "No, señor mío, soy una mujer angustiada en espíritu. No he bebido vino ni licor, sino que he derramado mi alma delante del SEÑOR.
(1 Samuel 1:15)Oh SEÑOR, en la angustia Te buscaron. Apenas susurraban una oración, Cuando Tu castigo estaba sobre ellos.
(Isaías 26:16)Por nada estén afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer sus peticiones delante de Dios.
(Filipenses 4:6)Me acuerdo de estas cosas y derramo mi alma dentro de mí; De cómo iba yo con la multitud y la guiaba hasta la casa de Dios, Con voz de alegría y de acción de gracias, con la muchedumbre en fiesta.
(Salmos 42:4)Cristo, en los días de Su carne, habiendo ofrecido oraciones y súplicas con gran clamor y lágrimas al que Lo podía librar de la muerte, fue oído a causa de Su temor reverente.
(Hebreos 5:7)