Orar en afinidad con la Palabra
Dr. Roberto MirandaUna de las cosas que tenemos que hacer cuando estamos incubando y cultivando un milagro por medio de la oración es orar arraigados en la palabra específica de Dios, y asegurarnos que lo que estamos pidiendo encaja y fluye en afinidad con las declaraciones de las Escrituras y los hechos previos de Dios.
Esto es importante. Cuando nosotros fundamentamos nuestras peticiones en la Palabra y en las promesas de Dios, estamos en realidad apelando en una manera formal y judicial ante Su trono. Somos como abogados viniendo ante un juez y diciéndole, “Señor juez, la ley dice tal y tal cosa, y yo baso mi apelación en ese principio legal establecido”. ¡Y Dios se sujeta a su ley! Él se sujeta a sus principios. Por la tanto, cuando nosotros conocemos la Palabra de Dios, y conocemos los principios de la vida espiritual, podemos venir ante el Padre con mayor autoridad y confianza.
Por eso es importante conocer y estudiar la Biblia, la Palabra declarada de Dios. Si usted estudia detenidamente esta oración, verá cuántas veces Josafat le recuerda a Dios Su Palabra, Sus promesas, Sus hechos poderosos a través de la historia de Israel. Está empleando lo que en el mundo judicial se conoce como el principio del precedente. Según este principio legal, los actos y decisiones formales anteriores de un gobierno o un sistema judicial establecen una base inconmovible para actos futuros en situaciones similares. Se presupone que un gobierno siempre actuará consistentemente. Y Dios, bien sabemos, es el Ser más consistente y fiel de todo el Universo.
Apelar a los hechos poderosos de Dios tiene la virtud final de fortalecer nuestra fe. Cada vez que nosotros declaramos, “Señor, tú hiciste esto en tu Palabra. Padre, Tú posees tal atributo”, ¿qué está pasando? ¡Nuestra fe se fortalece!
Qué importante es que cuando estemos orando, y el enemigo esté casi encima de nosotros, soplando su aliento maligno sobre nuestras espaldas, le recordemos al Señor, “Padre, mira la terrible situación en que me encuentro. Tú me has librado antes de situaciones verdaderamente imposibles, y yo creo que puedes hacer exactamente lo mismo de nuevo. Tú eres el mismo ayer, hoy y por los siglos, y tu poder no conoce límites”. Ese tipo de declaración audaz inevitablemente hará que nuestra fe aumente, y que ese gigante que estamos confrontando se desplome ante el poder de nuestra confesión positiva.