Mas vive Cristo en mí
Faustino de Jesús Zamora VargasSomos de Cristo. Asumimos que Cristo está en nosotros y aviva nuestro espíritu, pero la carne (la filosofía de hacerlo a mi manera y no a la manera de Dios) coloca trampas, el hombre pone tropiezos, el corazón se endurece como piedra y en un corazón de piedra es imposible atesorar la palabra de Dios. El Cristo que se entregó por mí no puede habitar en un pedregal. ¿En qué momento has muerto en Cristo para que Él pueda vivir en ti?
Si el cristiano no muere a su vida pasada (a su egoísmo, su egocentrismo, a su egolatría), Jesús no tiene cabida en su corazón. Él transforma el corazón más duro, pero eso sí, algo tiene que morir para que Él se glorifique y pueda “acorazonizar” en la pista de nuestro “Corazónpuerto”. Si no lo cree así, pregúntele a Lucas lo que le pasó a Pablo en el camino a Damasco. Si Pablo murió a sus odios y a su celo religioso al reconocer la voz del Señor y rendirse a sus pies; ¿por qué nosotros no acabamos de morirnos en la cruz para que Jesús viva y reine soberanamente en todo nuestro ser?