Y Jesús les advirtió severamente que no hablaran de El a nadie.
(Marcus 8:30)Jesús comenzó a enseñarles que el Hijo del Hombre debía padecer muchas cosas, y ser rechazado por los ancianos, los principales sacerdotes y los escribas, y ser muerto, y después de tres días resucitar.
(Marcus 8:31)Y les decía estas palabras claramente. Entonces Pedro Lo llevó aparte y comenzó a reprender a Jesús.
(Marcus 8:32)Pero El volviéndose y mirando a Sus discípulos, reprendió a Pedro y le dijo: "¡Quítate de delante de Mí, Satanás!, porque no tienes en mente las cosas de Dios, sino las de los hombres."
Llamando Jesús a la multitud y a Sus discípulos, les dijo: "Si alguien quiere venir conmigo, niéguese a sí mismo, tome su cruz, y sígame.
(Marcus 8:34)Porque el que quiera salvar su vida (su alma), la perderá; pero el que pierda su vida por causa de Mí y del evangelio (de las buenas nuevas), la salvará.
(Marcus 8:35)O, ¿de qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma?
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Marcus 8:33 - Referencia Cruzada
entreguen a ese tal a Satanás para la destrucción de su carne, a fin de que su espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús.
(1 Corintios 5:5)A los que continúan en pecado, repréndelos en presencia de todos para que los demás tengan temor de pecar .
(1 Timoteo 5:20)Porque los que viven conforme a la carne, ponen la mente en las cosas de la carne, pero los que viven conforme al Espíritu, en las cosas del Espíritu.
(Romanos 8:5)No odiarás a tu compatriota en tu corazón; ciertamente podrás reprender a tu prójimo, pero no incurrirás en pecado a causa de él.
(Levítico 19:17)Yo reprendo y disciplino a todos los que amo. Sé, pues, celoso y arrepiéntete.
(Apocalipsis 3:19)Pero El no le contestó nada. Y acercándose Sus discípulos, Le rogaban: "Atiéndela, pues viene gritando tras nosotros."
(Mateo 15:23)Y mirando a los que estaban sentados en círculo alrededor de El, dijo: "Aquí están Mi madre y Mis hermanos.
(Marcus 3:34)El Señor se volvió y miró a Pedro. Entonces Pedro recordó la palabra del Señor, de cómo le había dicho: "Antes que el gallo cante hoy, Me negarás tres veces."
(Lucas 22:61)cuyo fin es perdición, cuyo dios es su apetito y cuya gloria está en su vergüenza, los cuales piensan sólo en las cosas terrenales.
(Filipenses 3:19)Entonces David dijo: "¿Qué tengo yo que ver con ustedes, hijos de Sarvia, para que en este día me sean adversarios? ¿Ha de morir hoy hombre alguno en Israel? ¿Acaso no sé que hoy soy rey sobre Israel?"
(2 Samuel 19:22)Que el justo me hiera con bondad y me reprenda; Es aceite sobre la cabeza; No lo rechace mi cabeza, Pues todavía mi oración es contra sus obras malas.
(Salmos 141:5)No reprendas al insolente, para que no te aborrezca; Reprende al sabio, y te amará.
(Proverbios 9:8)Pero El, volviéndose, los reprendió, y dijo: "Ustedes no saben de qué espíritu son,
(Lucas 9:55)Por tanto, no se preocupen, diciendo: '¿Qué comeremos?' o '¿qué beberemos?' o '¿con qué nos vestiremos?'
(Mateo 6:31)Por tanto, puesto que Cristo ha padecido en la carne, ármense también ustedes con el mismo propósito, pues quien ha padecido en la carne ha terminado con el pecado,
(1 Pedro 4:1)Jesús le respondió: "Escrito está: 'AL SEÑOR TU DIOS ADORARAS, Y A EL SOLO SERVIRAS.'"
(Lucas 4:8)Este testimonio es verdadero. Por eso, repréndelos severamente para que sean sanos en la fe,
(Tito 1:13)Esta sabiduría no es la que viene de lo alto, sino que es terrenal, natural, diabólica.
(Santiago 3:15)Entonces Jesús le dijo: "¡Vete, Satanás! Porque escrito está: 'AL SEÑOR TU DIOS ADORARAS, Y SOLO A EL SERVIRAS (rendirás culto).'"
(Mateo 4:10)Y la serpiente dijo a la mujer: "Ciertamente no morirán.
(Génesis 3:4)No amen al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él.
(1 Juan 2:15)Pero él le dijo: "Hablas como habla cualquier mujer necia. ¿Aceptaremos el bien de Dios pero no aceptaremos el mal?" En todo esto Job no pecó con sus labios.
(Job 2:10)Y mirando con enojo a los que Lo rodeaban, y entristecido por la dureza de sus corazones, le dijo al hombre: "Extiende tu mano." Y él la extendió, y su mano quedó sana.
(Marcus 3:5)