Nueva Biblia Latinoamericana
Pero Jesús le contestó: "Ven tras Mí, y deja que los muertos entierren a sus muertos." (Mateo 8:22)
Cuando entró Jesús en la barca, Sus discípulos Lo siguieron. (Mateo 8:23)
Y de pronto se desató una gran tormenta en el mar de Galilea, de modo que las olas cubrían la barca; pero Jesús estaba dormido. (Mateo 8:24)
Llegándose a El, Lo despertaron, diciendo: "¡Señor, sálvanos , que perecemos!"
Y El les contestó: "¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?" Entonces Jesús se levantó, reprendió a los vientos y al mar, y sobrevino una gran calma. (Mateo 8:26)
Los hombres se maravillaron, y decían: "¿Quién es Este, que aun los vientos y el mar Lo obedecen?" (Mateo 8:27)
Al llegar Jesús al otro lado, a la tierra de los Gadarenos, fueron a Su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros, violentos en extremo, de manera que nadie podía pasar por aquel camino. (Mateo 8:28)

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Mateo 8:25 - Referencia Cruzada

Pero por causa Tuya nos matan cada día; Se nos considera como ovejas para el matadero. (Salmos 44:22)
El capitán se le acercó y le dijo: "¿Cómo es que estás durmiendo? ¡Levántate, invoca a tu Dios! Quizás tu Dios piense en nosotros y no pereceremos." (Jonás 1:6)
Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre una almohadilla; entonces Lo despertaron y Le dijeron: "Maestro, ¿no Te importa que perezcamos?" (Marcus 4:38)
¿Por qué, oh SEÑOR, Te mantienes alejado, Y Te escondes en tiempos de tribulación? (Salmos 10:1)
Entonces Asa invocó al SEÑOR su Dios, y dijo: "SEÑOR, no hay nadie más que Tú para ayudar en la batalla entre el poderoso y los que no tienen fuerza. Ayúdanos, oh SEÑOR Dios nuestro, porque en Ti nos apoyamos y en Tu nombre hemos venido contra esta multitud. Oh SEÑOR, Tú eres nuestro Dios; que no prevalezca ningún hombre contra Ti." (2 Crónicas 14:11)
Despierta, despierta, vístete de poder, oh brazo del SEÑOR. Despierta como en los días de antaño, en las generaciones pasadas. ¿No eres Tú el que despedazó a Rahab (al monstruo marino), El que traspasó al dragón? (Isaías 51:9)
Llegándose a Jesús, Lo despertaron, diciendo: "¡Maestro, Maestro, que perecemos!" Y El, levantándose, reprendió al viento y a las olas embravecidas, y cesaron y sobrevino la calma. (Lucas 8:24)
Oh Dios nuestro, ¿no los juzgarás? Porque no tenemos fuerza alguna delante de esta gran multitud que viene contra nosotros, y no sabemos qué hacer; pero nuestros ojos están vueltos hacia Ti." (2 Crónicas 20:12)