Todo lo que haces tiene efectos espirituales
Gregory Bishop
(Audio: Español)
RESUMEN: En este discurso, se habla sobre cómo el mundo espiritual se combina con el mundo terrenal y cómo nuestras acciones físicas tienen efectos espirituales. Se enfatiza la importancia de entregar nuestros cuerpos como un sacrificio vivo y agradable a Dios para que podamos ser transformados. La danza, la música, la Santa Cena, y los bautismos se mencionan como ejemplos de actos físicos con significados espirituales. Se advierte contra caer en una mentalidad supersticiosa y enseñanzas falsas que se enfocan en objetos en lugar de en Cristo. El discurso concluye con el testimonio de un hermano que aprendió que la presencia de Dios es más importante que cualquier objeto o amuleto.
En resumen, el pastor habla sobre cómo a veces nos enfocamos tanto en las reglas y las tradiciones que nos hemos creado, que nos olvidamos de centrarnos en Cristo. En lugar de eso, debemos buscar una relación personal con Él y vivir nuestra vida en el nombre de Jesús. También habla sobre cómo debemos cuidar nuestro cuerpo, ya que es el templo del Espíritu Santo y representa a Cristo en el mundo. Debemos glorificar a Dios en nuestro cuerpo y vivir de manera que no comprometamos el llamado que Dios tiene sobre nosotros.
El cuerpo humano es un templo sagrado que Dios ha creado y nos ha dado para usarlo para su gloria. Aunque a veces lo dañemos o lo sintamos imperfecto, Dios lo ama y lo valora. Incluso aquellos que han tenido una vida pecaminosa o violenta pueden ser perdonados y usados por Dios para sanar y amar a otros. Debemos ofrecer nuestro cuerpo como un sacrificio vivo a Dios y decidir vivir para su gloria en la tierra. Al hacerlo, todo se vuelve sagrado.
En resumen, el pastor habla sobre cómo a veces nos enfocamos tanto en las reglas y las tradiciones que nos hemos creado, que nos olvidamos de centrarnos en Cristo. En lugar de eso, debemos buscar una relación personal con Él y vivir nuestra vida en el nombre de Jesús. También habla sobre cómo debemos cuidar nuestro cuerpo, ya que es el templo del Espíritu Santo y representa a Cristo en el mundo. Debemos glorificar a Dios en nuestro cuerpo y vivir de manera que no comprometamos el llamado que Dios tiene sobre nosotros.
El cuerpo humano es un templo sagrado que Dios ha creado y nos ha dado para usarlo para su gloria. Aunque a veces lo dañemos o lo sintamos imperfecto, Dios lo ama y lo valora. Incluso aquellos que han tenido una vida pecaminosa o violenta pueden ser perdonados y usados por Dios para sanar y amar a otros. Debemos ofrecer nuestro cuerpo como un sacrificio vivo a Dios y decidir vivir para su gloria en la tierra. Al hacerlo, todo se vuelve sagrado.
Hoy lo que vamos a hablar es cómo se combina el mundo espiritual con el mundo terrenal especialmente en nuestra vida, física que lo que yo hago con mi cuerpo, como yo me muevo, como yo hablo, como yo miro, tiene efectos espirituales, somos seres espirituales, y la santidad es más que algo que se debe hacer, es algo que entra en el fluir del Espíritu Santo, de nuestras vidas, que abre nuestras vidas al mover de Dios sobrenaturalmente a través de nosotros. Así que esas son las cosas que vamos a hablar.
Yo les invito a abrir en Romanos 12, Romanos capítulo 12, que dice lo siguiente: "Así que hermanos, os ruego por la misercordia de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, Santo y agradable a Dios, no os conforméis a este siglo si no que transformáos por medio de la renovación de vuestro entendimiento para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta". Dios a través de su palabra nos ruega entregar ¿qué?, ¿nuestro espíritu?, amén, pero también nuestro cuerpo físico, como si fuéramos ese chivo, ahí sobre el altar, el problema es que estamos vivos, así que podemos tratar también de escapar del altar, pero la idea es que es algo físico, decimos Señor aquí soy, soy tuyo, mi cuerpo, como Tú me has hecho, con todo lo perfecto y todo lo imperfecto, tuyo soy, y me entrego a ti.
Yo les invito a abrir en Romanos 12, Romanos capítulo 12, que dice lo siguiente: "Así que hermanos, os ruego por la misercordia de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, Santo y agradable a Dios, no os conforméis a este siglo si no que transformáos por medio de la renovación de vuestro entendimiento para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta". Dios a través de su palabra nos ruega entregar ¿qué?, ¿nuestro espíritu?, amén, pero también nuestro cuerpo físico, como si fuéramos ese chivo, ahí sobre el altar, el problema es que estamos vivos, así que podemos tratar también de escapar del altar, pero la idea es que es algo físico, decimos Señor aquí soy, soy tuyo, mi cuerpo, como Tú me has hecho, con todo lo perfecto y todo lo imperfecto, tuyo soy, y me entrego a ti.
