En la
meditación anterior vimos cómo el rasgo de la inseguridad en el carácter del rey Josafat lo llevó a hacer decisiones desastrosas que casi destruyen su vida. En esas situaciones, en medio de las crisis que él mismo se había acarreado, Josafat buscó la ayuda divina; y Dios, en su bondad para con ese hombre que a pesar de su debilidad tenía un corazón recto y sincero para con El, lo libró del aprieto.
Es importante subrayar este hecho. Aunque nuestras malas decisiones— ya sea ocasionadas por pecado, ignorancia o debilidad—nos metan en serios apuros, Dios siempre tiene misericordia de nosotros si nos arrepentimos y clamamos a Él, sobre todo si nuestros errores se dan en el contexto de una vida que busca Su gloria y se sujeta a su voluntad.