Nueva Biblia Latinoamericana
Después dijo David a Urías: "Desciende a tu casa, y lava tus pies." Salió Urías de la casa del rey, y tras él fue enviado un obsequio del rey. (2 Samuel 11:8)
Pero Urías durmió a la entrada de la casa del rey con todos los siervos de su señor, y no bajó a su casa. (2 Samuel 11:9)
Cuando se lo contaron a David, le dijeron: "Urías no bajó a su casa," David dijo a Urías: "¿No has venido de hacer un viaje? ¿Por qué no bajaste a tu casa?" (2 Samuel 11:10)
Urías respondió a David: "El arca, Israel y Judá están bajo tiendas, y mi señor Joab y los siervos de mi señor acampan a campo abierto. ¿He de ir yo a mi casa para comer, beber y acostarme con mi mujer? Por su vida y la vida de su alma, que no haré tal cosa."
Entonces David dijo a Urías: "Quédate aquí hoy también, y mañana te dejaré ir." Y se quedó Urías en Jerusalén aquel día y el siguiente. (2 Samuel 11:12)
Y David lo convidó a comer y a beber con él, y lo embriagó. Al anochecer Urías salió a acostarse en su cama con los siervos de su señor, pero no descendió a su casa. (2 Samuel 11:13)
A la mañana siguiente David escribió una carta a Joab, y la envió por mano de Urías. (2 Samuel 11:14)

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2 Samuel 11:11 - Referencia Cruzada

Pues no he morado en una casa desde el día en que saqué de Egipto a los Israelitas hasta hoy, sino que he andado errante en una tienda, en un tabernáculo. (2 Samuel 7:6)
el rey dijo al profeta Natán: "Mira, yo habito en una casa de cedro, pero el arca de Dios mora en medio de cortinas." (2 Samuel 7:2)
Y David dijo a Abisai: "Ahora Seba, hijo de Bicri, nos hará más daño que Absalón. Toma a los siervos de tu señor y persíguelo, no sea que halle para sí ciudades fortificadas y se nos escape." (2 Samuel 20:6)
Ahora pues, señor mío, vive el SEÑOR y vive su alma. Puesto que el SEÑOR le ha impedido derramar sangre y vengarse por su propia mano, sean pues como Nabal sus enemigos y los que buscan el mal contra mi señor. (1 Samuel 25:26)
Pero David volvió a jurar y dijo: "Tu padre sabe bien que he hallado gracia ante tus ojos, y ha dicho: 'Que no lo sepa Jonatán para que no se entristezca.' Pero ciertamente, vive el SEÑOR y vive tu alma, que apenas hay un paso entre mí y la muerte." (1 Samuel 20:3)
Pues si Yo, el Señor y el Maestro, les lavé los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros. (Juan 13:14)
Y el rey dijo: "¿Está contigo la mano de Joab en todo esto?" Y la mujer respondió: "Vive su alma, mi señor el rey, nadie puede desviarse ni a la derecha ni a la izquierda de todo lo que mi señor el rey ha hablado. En verdad fue su siervo Joab quien me mandó, y fue él quien puso todas estas palabras en boca de su sierva; (2 Samuel 14:19)
Entonces Saúl dijo a Ahías: "Trae el arca de Dios." Porque en ese tiempo el arca de Dios estaba con los Israelitas. (1 Samuel 14:18)
Un discípulo no está por encima del maestro, ni un siervo por encima de su señor. (Mateo 10:24)
Cuando Saúl vio a David salir contra el Filisteo, dijo a Abner, el comandante del ejército: "Abner, ¿de quién es hijo este joven?" Y Abner dijo: "Por su vida, oh rey, no sé." (1 Samuel 17:55)
Y todo el que compite en los juegos se abstiene de todo. Ellos lo hacen para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible. (1 Corintios 9:25)
¡Oh señor mío!" dijo Ana. "Vive su alma, señor mío. Yo soy la mujer que estuvo aquí junto a usted orando al SEÑOR. (1 Samuel 1:26)
El pueblo envió gente a Silo, y trajeron de allí el arca del pacto del SEÑOR de los ejércitos que está sobre los querubines. Los dos hijos de Elí, Ofni y Finees, estaban allí con el arca del pacto de Dios. (1 Samuel 4:4)
Por eso aquel día, el Señor, DIOS de los ejércitos, los llamó a llanto y a lamento, A raparse la cabeza y a vestirse de cilicio. (Isaías 22:12)
Sufre penalidades conmigo, como buen soldado de Cristo Jesús. (2 Timoteo 2:3)
Por tanto, puesto que tenemos en derredor nuestro tan gran nube de testigos, despojémonos también de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos envuelve, y corramos con paciencia (perseverancia) la carrera que tenemos por delante, (Hebreos 12:1)
Si perseveramos, también reinaremos con El; Si Lo negamos, El también nos negará; (2 Timoteo 2:12)