Por lo cual, desechando toda inmundicia y todo resto de malicia, reciban ustedes con humildad (mansedumbre) la palabra implantada, que es poderosa para salvar sus almas.
(Santiago 1:21)Sean hacedores de la palabra y no solamente oidores que se engañan a sí mismos.
(Santiago 1:22)Porque si alguien es oidor de la palabra, y no hacedor, es semejante a un hombre que mira su rostro natural en un espejo;
(Santiago 1:23)pues después de mirarse a sí mismo e irse, inmediatamente se olvida de qué clase de persona es.
Pero el que mira atentamente a la ley perfecta, la ley de la libertad, y permanece en ella, no habiéndose vuelto un oidor olvidadizo sino un hacedor eficaz, éste será bienaventurado en lo que hace.
(Santiago 1:25)Si alguien se cree religioso, pero no refrena su lengua, sino que engaña a su propio corazón, la religión del tal es vana.
(Santiago 1:26)La religión pura y sin mancha delante de nuestro Dios y Padre es ésta: visitar a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones, y guardarse sin mancha del mundo.
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Santiago 1:24 - Referencia Cruzada
Pero al ver esto el Fariseo que Lo había invitado, dijo para sí: "Si Este fuera un profeta, sabría quién y qué clase de mujer es la que Lo está tocando, que es una pecadora."
(Lucas 7:39)Después dijo a Zeba y a Zalmuna: "¿Qué clase de hombres eran los que ustedes mataron en Tabor?" "Eran como tú," respondieron ellos, "cada uno parecía hijo de rey."
(Jueces 8:18)Todos los que las oían las guardaban en su corazón, diciendo: "¿Qué, pues, llegará a ser este niño?" Porque la mano del Señor ciertamente estaba con él.
(Lucas 1:66)porque nuestro evangelio no vino a ustedes solamente en palabras, sino también en poder y en el Espíritu Santo y con plena convicción; como saben qué clase de personas demostramos ser entre ustedes por el amor que les tenemos.
(1 Tesalonicenses 1:5)Puesto que todas estas cosas han de ser destruidas de esta manera, ¡qué clase de personas no deben ser ustedes en santa conducta y en piedad,
(2 Pedro 3:11)Los hombres se maravillaron, y decían: "¿Quién es Este, que aun los vientos y el mar Lo obedecen?"
(Mateo 8:27)