Nueva Biblia Latinoamericana
Iban por el camino subiendo a Jerusalén, y Jesús iba delante de ellos. Los discípulos estaban perplejos, y los que Lo seguían tenían miedo. Y tomando aparte de nuevo a los doce, comenzó a decirles lo que Le iba a suceder: (Marcus 10:32)
Ahora subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y Lo condenarán a muerte y Lo entregarán a los Gentiles. (Marcus 10:33)
Se burlarán de El y Le escupirán, Lo azotarán y Lo matarán, y tres días después resucitará." (Marcus 10:34)
Jacobo (Santiago) y Juan, los dos hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús, diciendo: "Maestro, queremos que hagas por nosotros lo que te pidamos."
¿Qué quieren que haga por ustedes?" les preguntó. (Marcus 10:36)
Ellos Le dijeron: "Concédenos que en Tu gloria nos sentemos uno a Tu derecha y el otro a Tu izquierda." (Marcus 10:37)
Jesús les dijo: "Ustedes no saben lo que piden. ¿Pueden beber la copa que Yo bebo, o ser bautizados con el bautismo con que soy bautizado?" (Marcus 10:38)

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Marcus 10:35 - Referencia Cruzada

Y no permitió que nadie fuera con El sino sólo Pedro, Jacobo (Santiago) y Juan, hermano de Jacobo. (Marcus 5:37)
Cuando la mujer de Tecoa habló al rey, cayó sobre su rostro en tierra, y postrándose, dijo: "¡Ayúdeme, oh rey!" (2 Samuel 14:4)
Ahora yo le hago una petición, no me la niegue." "Habla," le dijo ella. (1 Reyes 2:16)
Tomó con El a Pedro, a Jacobo (Santiago) y a Juan, y comenzó a afligirse y a angustiarse mucho. (Marcus 14:33)
Yendo un poco más adelante, Jesús vio a Jacobo (Santiago), el hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, los cuales estaban también en la barca, remendando las redes. (Marcus 1:19)
Seis días después, Jesús tomó con El a Pedro, a Jacobo (Santiago) y a Juan, y los llevó a ellos solos a un monte alto; y se transfiguró delante de ellos. (Marcus 9:2)
Entonces se acercó a Jesús la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, y postrándose ante El, Le pidió algo. (Mateo 20:20)
Entonces ella dijo: "Te hago una pequeña petición; no me la niegues." "Pide, madre mía, porque no te la negaré," le dijo el rey. (1 Reyes 2:20)