Nueva Biblia Latinoamericana
Jesús les dijo: "¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con ustedes? ¿Hasta cuándo los tendré que soportar? ¡Traigan al muchacho!" (Marcus 9:19)
Y lo llevaron ante El. Cuando el espíritu vio a Jesús, al instante sacudió con violencia al muchacho, y éste, cayendo a tierra, se revolcaba echando espumarajos. (Marcus 9:20)
Jesús preguntó al padre: "¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto?" "Desde su niñez," respondió. (Marcus 9:21)
Muchas veces ese espíritu lo ha echado en el fuego y también en el agua para destruirlo. Pero si Tú puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros y ayúdanos."
¿Cómo 'si Tú puedes?'" le dijo Jesús. "Todas las cosas son posibles para el que cree." (Marcus 9:23)
Al instante el padre del muchacho gritó y dijo: "Creo; ayúdame en mi incredulidad." (Marcus 9:24)
Cuando Jesús vio que la gente corría a reunirse, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: "Espíritu mudo y sordo, Yo te ordeno: sal de él y no vuelvas a entrar en él." (Marcus 9:25)

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Marcus 9:22 - Referencia Cruzada

Después de entrar en la casa, se acercaron a El los ciegos, y Jesús les dijo: "¿Creen que puedo hacer esto?" "Sí, Señor," Le respondieron. (Mateo 9:28)
Entonces Jesús, movido a compasión, tocó los ojos de ellos, y al instante recobraron la vista, y Lo siguieron. (Mateo 20:34)
Al instante Jesús, extendiendo la mano, lo sostuvo y le dijo: "Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?" (Mateo 14:31)
Al verla, el Señor tuvo compasión de ella, y le dijo: "No llores." (Lucas 7:13)
Y se acercó un leproso y se postró ante El, diciendo: "Señor, si quieres, puedes limpiarme." (Mateo 8:2)
Entonces una mujer Cananea que había salido de aquella región, comenzó a gritar: "Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí; mi hija está terriblemente endemoniada." (Mateo 15:22)
Pero Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: "Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho por ti, y cómo tuvo misericordia de ti." (Marcus 5:19)
Pero el centurión respondió: "Señor, no soy digno de que Tú entres bajo mi techo; solamente di la palabra y mi criado quedará sano. (Mateo 8:8)
Un leproso vino rogando a Jesús, y arrodillándose, Le dijo: "Si quieres, puedes limpiarme." (Marcus 1:40)