Nueva Biblia Latinoamericana
Y ahora, Dios nuestro, escucha la oración de Tu siervo y sus súplicas, y haz resplandecer Tu rostro sobre Tu santuario desolado, por amor de Ti mismo, oh Señor. (Daniel 9:17)
Inclina Tu oído, Dios mío, y escucha. Abre Tus ojos y mira nuestras desolaciones y la ciudad sobre la cual se invoca Tu nombre. Pues no es por nuestros propios méritos que presentamos nuestras súplicas delante de Ti, sino por Tu gran compasión. (Daniel 9:18)
¡Oh Señor, escucha! ¡Señor, perdona! ¡Señor, atiende y actúa! ¡No tardes, por amor de Ti mismo, Dios mío! Porque Tu nombre se invoca sobre Tu ciudad y sobre Tu pueblo." (Daniel 9:19)
Aún estaba yo hablando, orando y confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo Israel, y presentando mi súplica delante del Señor mi Dios por el santo monte de mi Dios,
todavía estaba yo hablando en oración, cuando Gabriel, el hombre a quien había visto en la visión al principio, se me acercó, estando yo muy cansado, como a la hora de la ofrenda de la tarde. (Daniel 9:21)
Me instruyó, y me dijo: "Daniel, he salido ahora para darte sabiduría y entendimiento. (Daniel 9:22)
Al principio de tus súplicas se dio la orden, y he venido para explicártela , porque eres muy estimado. Pon atención a la orden y entiende la visión. (Daniel 9:23)

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Daniel 9:20 - Referencia Cruzada

por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios. (Romanos 3:23)
Entonces invocarás, y el SEÑOR responderá; Clamarás, y El dirá: 'Aquí estoy.' Si quitas de en medio de ti el yugo, El amenazar con el dedo y el hablar iniquidad, (Isaías 58:9)
Yo los traeré a Mi santo monte, Y los alegraré en Mi casa de oración. Sus holocaustos y sus sacrificios serán aceptados sobre Mi altar; Porque Mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos." (Isaías 56:7)
Ciertamente no hay hombre justo en la tierra Que haga el bien y nunca peque. (Eclesiastés 7:20)
Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, preparada como una novia ataviada para su esposo. (Apocalipsis 21:2)
Si me olvido de ti, oh Jerusalén, Pierda mi diestra su destreza. (Salmos 137:5)
Así dice el SEÑOR: 'Volveré a Sion y en medio de Jerusalén moraré. Y Jerusalén se llamará Ciudad de la Verdad (Fidelidad), y el monte del SEÑOR de los ejércitos, Monte Santo.' (Zacarías 8:3)
Oh Señor, conforme a todos Tus actos de justicia, apártese ahora Tu ira y Tu furor de Tu ciudad, Jerusalén, Tu santo monte. Porque a causa de nuestros pecados y de las iniquidades de nuestros padres, Jerusalén y Tu pueblo son el oprobio de todos los que nos rodean. (Daniel 9:16)
Entonces dije: "¡Ay de mí! Porque perdido estoy, Pues soy hombre de labios inmundos Y en medio de un pueblo de labios inmundos habito, Porque mis ojos han visto al Rey, el SEÑOR de los ejércitos." (Isaías 6:5)
Sobre tus murallas, oh Jerusalén, he colocado centinelas; En todo el día y en toda la noche jamás callarán. Ustedes que hacen que el SEÑOR recuerde, no se den descanso, (Isaías 62:6)
El SEÑOR está cerca de todos los que Lo invocan, De todos los que Lo invocan en verdad. (Salmos 145:18)
Después que oraron, el lugar donde estaban reunidos tembló, y todos fueron llenos del Espíritu Santo y hablaban la palabra de Dios con valor. (Hechos 4:31)
Volví mi rostro a Dios el Señor para buscarlo en oración y súplicas, en ayuno, cilicio y ceniza. (Daniel 9:3)
Te manifesté mi pecado, Y no encubrí mi iniquidad. Dije: "Confesaré mis transgresiones al SEÑOR;" Y Tú perdonaste la culpa de mi pecado. (Selah) (Salmos 32:5)
Y Cornelio respondió: "Hace cuatro días, a esta misma hora, estaba yo orando en mi casa a la hora novena (3 p.m.); y un hombre con vestiduras resplandecientes, se puso delante de mí, (Hechos 10:30)
Porque todos fallamos (ofendemos) de muchas maneras. Si alguien no falla en lo que dice, es un hombre perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo. (Santiago 3:2)
Y sucederá que antes que ellos clamen, Yo responderé; aún estarán hablando, y Yo habré oído. (Isaías 65:24)
En aquellos días, yo, Daniel, había estado en duelo durante tres semanas completas. (Daniel 10:2)
Entonces me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la ciudad santa, Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, (Apocalipsis 21:10)
Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros. (1 Juan 1:8)