Nueva Biblia Latinoamericana
Todas sus mujeres y sus hijos serán llevados a los Caldeos. Tampoco usted escapará de sus manos, sino que será apresado por la mano del rey de Babilonia, y esta ciudad será incendiada.'" (Jeremías 38:23)
Entonces Sedequías dijo a Jeremías: "Que nadie sepa de estas palabras, y no morirás. (Jeremías 38:24)
Pero si los oficiales se enteran de que he hablado contigo, y vienen a ti y te dicen: 'Dinos ahora lo que dijiste al rey y lo que el rey te dijo, no nos lo ocultes, y no te mataremos,' (Jeremías 38:25)
tú les dirás: 'Presentaba al rey mi súplica de que no me hiciera volver a la casa de Jonatán, a morir allí.'"
Luego vinieron todos los oficiales a Jeremías y lo interrogaron. Y él les informó conforme a todas estas palabras que el rey le había ordenado; y no volvieron a preguntarle, ya que de la conversación nadie había oído nada. (Jeremías 38:27)
Así Jeremías quedó en el patio de la guardia hasta el día en que Jerusalén fue tomada. (Jeremías 38:28)
Y aconteció que Jerusalén al fin fue tomada. En el año noveno de Sedequías, rey de Judá, en el décimo mes. Cuando vino Nabucodonosor, rey de Babilonia, con todo su ejército contra Jerusalén, y la sitiaron. (Jeremías 39:1)

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Jeremías 38:26 - Referencia Cruzada

Le dio también una copia del texto del decreto que había sido promulgado en Susa para la destrucción de los Judíos, para que se la mostrara a Ester y le informara, y le mandara que ella fuera al rey para implorar su favor y para interceder ante él por su pueblo. (Ester 4:8)
y dijeron al profeta Jeremías: "Llegue ahora ante ti nuestra súplica, y ruega al SEÑOR tu Dios por nosotros, por todo este remanente, porque quedamos pocos de muchos que éramos, como pueden ver tus ojos, (Jeremías 42:2)
Pero ahora, le ruego que escuche, oh rey mi señor; venga ahora mi súplica delante de usted, y no me haga volver a la casa del escriba Jonatán, no sea que yo muera allí." (Jeremías 37:20)
Entonces los oficiales se enojaron contra Jeremías y lo azotaron, y lo encarcelaron en la casa del escriba Jonatán, la cual habían convertido en prisión. (Jeremías 37:15)