Qué fruto estamos dando?
Andrés Cisterna(Audio: Español)
RESUMEN:
En Juan 15, Jesús habla sobre la necesidad de permanecer en Él para poder dar mucho fruto. Él es la vid verdadera y nosotros somos los pámpanos. Si permanecemos en Él, Él permanece en nosotros, y podemos dar fruto agradable del Espíritu como amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza. No podemos dar fruto bueno sin depender de Él. Es importante reflexionar sobre el fruto que estamos dando y si es agradable y beneficioso para las personas que lo reciben. Si no estamos dando fruto, debemos permitir que el Espíritu Santo venga y nos llene de vida y poder para reinsertarnos en la vid verdadera que es Jesús.
El orador recuerda una palabra profética en el libro de Isaías sobre la lluvia que caería sobre el sequedal y haría reverdecer la tierra seca. Si no estamos dando fruto, necesitamos dejar que el Espíritu Santo traiga esa lluvia sobre nosotros para reinsertarnos en la vid verdadera, que es Jesús. El orador pide a Dios que corte todas las estructuras que traen sequedad y muerte, para que podamos llevar un fruto agradable que honre su nombre y traiga vida y salud a otros.Quiero invitarle a abrir su Biblia en el libro de San Juan, capítulo 15 y reflexionar acerca de la necesidad que tiene la iglesia del Señor de llevar, de dar y llevar mucho fruto. El desafío para estos tiempos es ser una iglesia que muestre una alternativa creíble, deliciosa, no solo a la vista sino al paladar espiritual del mundo, para que vean que Jesucristo realmente es la solución. La iglesia tiene esa virtud de poder predicar el Evangelio de vida del Señor Jesucristo. San Juan capítulo 15, vamos a leer algunos versículos, dice así en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo:
“…Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto lo quitará y todo aquel que lleva fruto lo limpiará para que lleve más fruto. Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. Permaneced en mí y yo en vosotros como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo si no permanece en la vid, así tampoco vosotros si no permanecéis en mí…”