Hasta que no aprendes a sujetar tu vida al Señor, hasta que no te haces un siervo humilde, sencillo, totalmente entregado al Señor Jesucristo no puedes ser usado grandemente por el Señor. Tenemos que pedirle al Señor que nos pase a través de ese proceso, en que nuestra independencia es sujeta a lo que el Señor quiere. Nosotros simplemente obedecemos cuando Dios pide algo de nosotros.
Tenemos que pedirle al Señor que nos lleve a esa postura, de lo que yo llamaría obediencia preventiva, donde estamos tan tratados ya por el Espíritu Santo que a la menor presión de la Palabra de Dios a nuestras vidas y el llamado específico de Dios a nuestras vidas, nuestro ser como blanda cera se humilla ante la petición y los reclamos del Reino de Dios, y ponemos a un lado cualquier petición. Hemos llegado entonces a ese punto donde todo está entregado a Él, todo está sujeto a Él, todo sueño, toda prerrogativa, todo plan acerca del futuro, todo afecto, toda pertenencia, todo sueño de grandeza o de influencia en el mundo, de ganancia material, todo está sujeto al Señor, disponible a Él cuando Él quiera, inclusive los razonamientos de nuestra mente.
Yo creo que por eso el Señor Jesucristo dice, a menos que lleguemos a ser como niños, no podremos entrar en el Reino de los cielos. A menos que no creamos no podremos ver la Gloria del Señor. A menos que lleguemos a ese punto de completa entrega de nuestro ser al Señor no podemos ver su Gloria, no podemos experimentar sus grandes bendiciones que Él quiere darnos. Tenemos que llegar a ese punto al cual llegó el apóstol Pablo cuando dijo: Y ya no vivo yo, mas Cristo vive en mí. Cuando llegamos a ese punto entonces estamos dispuestos como Pablo mismo hizo, dejarlo todo. Estos hombres cuando ven la Gloria de Dios manifestada a través de Jesucristo, dice que: "Dejándolo todo, poniendo a un lado sus barcas", las pusieron a tierra, "y dejándolo todo lo siguieron."
Hasta que tú no lo dejas todo, vimos esto también en el caso de Leví, y de los otros discípulos, hasta que no lo dejaron todo. Y nosotros tenemos que dejarlo todo, y no solamente dejarlo todo en el sentido material si no que en nuestro corazón y nuestra mente, se tiene que dar una operación quirúrgica por así decirlo, psicológica, emocional, donde le firmamos al Señor un papel en blanco y nos desprendemos preventivamente de todo lo que amamos y todo lo que somos y lo que tenemos por valioso o deseable. Y le entregamos al Señor un título total de nuestra vida, y le decimos: Señor, haz Tú ahora lo que Tú quieras, incluyendo mis razonamientos, planes, dudas, temores, valores sociales, formas de ver la moralidad o la ética, y yo te lo dejo todo en Tus manos para que Tú me definas y me hagas, me conformes a Tu imagen y semejanza.
Cuando llegamos a ese punto de entrega total de todo nuestro ser, entonces podemos ver la Gloria de Dios y el Señor puede hacer sus milagros sobrenaturales. El poder sobrenatural de Dios no se puede manifestar a través de la razón, a través de la carne, a través de las emociones, a través de una voluntad no quebrantada, sólo puede correr libre y fluídamente a través de una vasija, un conducto que esté totalmente sujeto a Él, ahuecado por el trato de Dios que entonces le permite a la Gracia divina fluir en una manera ininterrumpida, poderosa, fluída y efectiva.Ojalá que esa sea tu experiencia y la mía también, que podamos entregarlo todo, dejarlo todo a los pies del Señor, para que Él nos pueda usar grandemente y manifestar su Gloria a nosotros y a través de nosotros.Esta meditación forma parte de una serie de cinco breves mensajes sobre la pesca milagrosa y el llamamiento del apóstol Pedro al ministerio. En ellos, el Dr. Miranda discute aspectos prácticos del crecimiento y el servicio cristiano:
- Dios quiere trabajar contigo y con tus recursos
- Dios te llama a un proceso de santificación profunda
- Dios te puede cambiar de categoría
- Si Dios te llama tienes que lanzarte
- Tenemos que dejarlo todo para poder ver la Gloria de Dios