No necesitamos ser cautivos
Charles SpurgeonEl propio pueblo de Dios puede venderse a la cautividad por el pecado. Este es un fruto muy amargo de una raíz sumamente amarga.
¡Cuán terrible es la servidumbre cuando el hijo de Dios es vendido al pecado, es encadenado por Satanás, es privado de su libertad, desposeído de su poder en la oración y de su deleite en el Señor! Debemos vigilar para no caer en tal cautividad; pero si esto ya nos ha sucedido, de ninguna manera hemos de desesperar.