Mi Dios es presencia
Milagros García KlibanskyHace algún tiempo leí sobre un hombre que había cometido un pecado y encerrado en una habitación, caminaba con desesperación de un lado a otro mientras gemía diciendo:- ¡No me mires, no me mires!
Cuando pensamos en la Omnipresencia de nuestro Dios y concientizamos que siempre estamos bajo su mirada y cuidado, nos dan deseos de caer de rodillas y clamar -¡No me mires!-, pues sabemos cuán sucios estamos.