Las bendiciones como fruto de la santidad
Faustino de Jesús Zamora VargasSantidad sigue siendo un término de difícil asimilación para al cristiano de hoy. Hay un versículo en la Biblia, joya de las Escrituras, que expresa de manera rotunda la importancia que Dios le confiere a la santificación -el crecimiento espiritual de sus hijos para ser como Cristo. Dice el Señor en Hebreos: “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor”. Paz y santidad parecen ser atributos inseparables que el cristiano debería de confrontar en su caminar cristiano, pero si intentamos procurar la paz con todos y emprender conscientemente el glorioso camino de la santificación solos, va a resultar imposible alcanzar las altas metas y propósitos que el Señor ha planeado para nuestras vidas.
Únicamente creciendo en la gracia y el Espíritu de verdad, el camino será desbrozado de las muchas tentaciones y caídas que vendrán. Debemos esforzarnos sin descanso en nuestro crecimiento continuo en la santificación. No hay otro camino. ¿Y qué nos pasa si espaciamos en nuestras vidas las mil y una oportunidades que nos da el Señor para crecer espiritualmente? De ser así, pues también tendremos muy pocas oportunidades de experimentar sus bendiciones. ¿No has escuchado de hermanos en Cristo que dicen no experimentar las bendiciones de Dios? Aunque no somos aptos para juzgar, ponle el cuño; esa vida está urgida de tener un reencuentro con Cristo y retomar el sendero de la santidad, es decir, del crecimiento en el Espíritu, de enrumbar su proceso de santificación.