Pero Nabot le dijo a Acab: "No permita el SEÑOR que le dé la herencia de mis padres."
(1 Reyes 21:3)Acab entonces se fue a su casa disgustado y molesto a causa de la palabra que Nabot de Jezreel le había dicho; pues dijo: "No le daré la herencia de mis padres." Acab se acostó en su cama, volvió su rostro y no comió.
(1 Reyes 21:4)Pero Jezabel su mujer se acercó a él, y le preguntó: "¿Por qué está tu espíritu tan decaído que no comes?"
(1 Reyes 21:5)Entonces Acab le respondió: "Porque le hablé a Nabot de Jezreel, y le dije: 'Dame tu viña por dinero; o, si prefieres, te daré una viña en su lugar.' Pero él dijo: 'No te daré mi viña.'"
Su mujer Jezabel le dijo: "¿No reinas ahora sobre Israel? Levántate, come, y alégrese tu corazón. Yo te daré la viña de Nabot de Jezreel."
(1 Reyes 21:7)Y ella escribió cartas en nombre de Acab, las selló con su sello y envió las cartas a los ancianos y a los nobles que vivían en la ciudad con Nabot.
(1 Reyes 21:8)Y escribió en las cartas: "Proclamen ayuno y sienten a Nabot a la cabeza del pueblo.
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1 Reyes 21:6 - Referencia Cruzada
y Acab le dijo a Nabot: "Dame tu viña para que me sirva de huerta para hortaliza porque está cerca, al lado de mi casa, y en su lugar yo te daré una viña mejor; si prefieres, te daré su precio en dinero."
(1 Reyes 21:2)Después Mardoqueo regresó a la puerta del rey, pero Amán se apresuró a volver a su casa, lamentándose, con la cabeza cubierta.
(Ester 6:12)Un corazón apacible es vida para el cuerpo, Pero las pasiones son podredumbre de los huesos.
(Proverbios 14:30)Pero los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo y en muchos deseos necios y dañosos que hunden a los hombres en la ruina y en la perdición.
(1 Timoteo 6:9)Aquel día Amán salió alegre y con corazón contento; pero cuando Amán vio a Mardoqueo en la puerta del rey y que éste no se levantaba ni temblaba delante de él, Amán se llenó de furor contra Mardoqueo.
(Ester 5:9)Ustedes codician y no tienen, por eso cometen homicidio. Son envidiosos y no pueden obtener, por eso combaten y hacen guerra. No tienen, porque no piden.
(Santiago 4:2)