Nueva Biblia Latinoamericana
Y la mujer de Tecoa dijo al rey: "Oh rey mi señor, la iniquidad sea sobre mí y sobre la casa de mi padre, pero el rey y su trono sean sin culpa." (2 Samuel 14:9)
Cualquiera que te hable, tráemelo, y no te molestará más," dijo el rey. (2 Samuel 14:10)
Y ella dijo: "Le ruego, oh rey, que se acuerde del SEÑOR su Dios, para que el vengador de sangre no aumente el daño, no sea que destruya a mi hijo." Y él dijo: "Vive el SEÑOR, ni un pelo de tu hijo caerá a tierra." (2 Samuel 14:11)
Dijo entonces la mujer: "Permita que su sierva diga una palabra a mi señor el rey." "Habla," le dijo David.
Y la mujer dijo: "¿Por qué, pues, ha pensado tal cosa contra el pueblo de Dios? Porque al decir esta palabra, el rey se hace como uno que es culpable, ya que el rey no hace volver a su desterrado. (2 Samuel 14:13)
Pues ciertamente moriremos; somos como el agua derramada en tierra que no se vuelve a recoger. Pero Dios no quita la vida, sino designa medios para que el desterrado no sea alejado de él. (2 Samuel 14:14)
Ahora, la razón por la cual he venido a decir esta palabra a mi señor el rey, es porque el pueblo me ha atemorizado; por eso su sierva se dijo: 'Hablaré ahora al rey, tal vez el rey cumpla la petición de su sierva. (2 Samuel 14:15)

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2 Samuel 14:12 - Referencia Cruzada

Y Abraham respondió: "Ahora que me he atrevido a hablar al Señor, yo que soy polvo y ceniza. (Génesis 18:27)
Justo eres Tú, oh SEÑOR, cuando a Ti presento mi causa; En verdad asuntos de justicia voy a discutir contigo. ¿Por qué prospera el camino de los impíos Y viven en paz todos los que obran con perfidia? (Jeremías 12:1)
Entonces Judá se le acercó, y dijo: "Oh señor mío, permita a su siervo hablar una palabra a los oídos de mi señor, y que no se encienda su ira contra su siervo, pues usted es como Faraón mismo. (Génesis 44:18)
Entonces Abraham dijo: "No se enoje ahora el Señor, y hablaré sólo esta vez. Tal vez se hallen allí diez." "No la destruiré por consideración a los diez," respondió el SEÑOR. (Génesis 18:32)
Y se echó a sus pies y le dijo: "Señor mío, sólo sobre mí sea la culpa. Le ruego que permita que su sierva le hable, y que escuche las palabras de su sierva. (1 Samuel 25:24)
Agripa II dijo a Pablo: "Se te permite hablar en tu favor." Entonces Pablo, extendiendo la mano, comenzó su defensa: (Hechos 26:1)