De tal hombre sí me gloriaré; pero en cuanto a mí mismo, no me gloriaré sino en mis debilidades.
(2 Corintios 12:5)Porque si quisiera gloriarme, no sería insensato, pues diría la verdad. Pero me abstengo de hacerlo para que nadie piense de mí más de lo que ve en mí, u oye de mí.
(2 Corintios 12:6)Y dada la extraordinaria grandeza de las revelaciones, por esta razón, para impedir que me enalteciera, me fue dada una espina en la carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca.
(2 Corintios 12:7)Acerca de esto, tres veces he rogado al Señor para que lo quitara de mí.
Y El me ha dicho: "Te basta Mi gracia, pues Mi poder se perfecciona en la debilidad." Por tanto, con muchísimo gusto me gloriaré más bien en mis debilidades, para que el poder de Cristo more en mí.
(2 Corintios 12:9)Por eso me complazco en las debilidades, en insultos (maltratos), en privaciones, en persecuciones y en angustias por amor a Cristo, porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.
(2 Corintios 12:10)Me he vuelto insensato; ustedes me obligaron a ello. Pues yo debiera haber sido elogiado por ustedes, porque en ningún sentido fui inferior a los más eminentes apóstoles, aunque nada soy.
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2 Corintios 12:8 - Referencia Cruzada
Me pesa haber hecho rey a Saúl, porque ha dejado de seguirme y no ha cumplido Mis mandamientos." Y Samuel se conmovió, y clamó al SEÑOR toda la noche.
(1 Samuel 15:11)David rogó a Dios por el niño; y ayunó, y fue y pasó la noche acostado en el suelo.
(2 Samuel 12:16)Y adelantándose un poco, cayó sobre Su rostro, orando y diciendo: "Padre Mío, si es posible, que pase de Mí esta copa; pero no sea como Yo quiero, sino como Tú quieras ."
(Mateo 26:39)En el día de mi angustia busqué al Señor; En la noche mi mano se extendía sin cansarse; Mi alma rehusaba ser consolada.
(Salmos 77:2)Cristo, en los días de Su carne, habiendo ofrecido oraciones y súplicas con gran clamor y lágrimas al que Lo podía librar de la muerte, fue oído a causa de Su temor reverente.
(Hebreos 5:7)Jesús le preguntó: "¿Qué deseas?" Ella Le dijo: "Ordena que en Tu reino estos dos hijos míos se sienten uno a Tu derecha y el otro a Tu izquierda."
(Mateo 20:21)