Nueva Biblia Latinoamericana
Al tener noticia de nuestra llegada, los hermanos vinieron desde allá a recibirnos hasta el Foro de Apio y Las Tres Tabernas; y cuando Pablo los vio, dio gracias a Dios y cobró ánimo. (Hechos 28:15)
Cuando entramos en Roma, el centurión entregó los presos al prefecto militar, pero a Pablo se le permitió vivir aparte, con el soldado que lo custodiaba. (Hechos 28:16)
Tres días después Pablo convocó a los principales de los Judíos, y cuando se reunieron, les dijo: "Hermanos, sin haber hecho yo nada contra nuestro pueblo ni contra las tradiciones de nuestros padres (de los antepasados), desde Jerusalén fui entregado preso en manos de los Romanos, (Hechos 28:17)
los cuales, cuando me interrogaron, quisieron ponerme en libertad, pues no encontraron causa para condenarme a muerte.
Pero cuando los Judíos se opusieron, me vi obligado a apelar al César (Nerón), pero no porque tuviera acusación alguna contra mi pueblo (mi nación). (Hechos 28:19)
Por tanto, por esta razón he pedido verlos y hablar con ustedes, porque por causa de la esperanza de Israel llevo esta cadena." (Hechos 28:20)
Y ellos le dijeron: "Nosotros no hemos recibido cartas de Judea sobre ti, ni ha venido aquí ninguno de los hermanos que haya informado o hablado algo malo acerca de ti. (Hechos 28:21)

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Hechos 28:18 - Referencia Cruzada

Después que el gobernador le hizo una señal para que hablara, Pablo respondió: "Sabiendo que por muchos años usted ha sido juez de esta nación, con gusto presento mi defensa, (Hechos 24:10)
Entonces Félix, que conocía con bastante exactitud acerca del Camino, dejó el fallo para después, diciendo: "Cuando venga el comandante Lisias decidiré el caso de ustedes." (Hechos 24:22)
y hallé que lo acusaban sobre cuestiones de su Ley, pero no de ningún cargo que mereciera muerte o prisión. (Hechos 23:29)
Cuando éste llegó, lo rodearon los Judíos que habían descendido de Jerusalén, presentando contra él muchas y graves acusaciones que no podían probar, (Hechos 25:7)
y mientras se retiraban, hablaban entre sí, diciendo: "Este hombre no ha hecho nada que merezca muerte o prisión." (Hechos 26:31)
Al día siguiente, queriendo el comandante saber con certeza la causa por la cual los Judíos lo acusaban a Pablo, lo soltó, y ordenó a los principales sacerdotes y a todo el Concilio (Sanedrín) que se reunieran. Después llevó a Pablo y lo puso ante ellos. (Hechos 22:30)
el comandante ordenó que llevaran a Pablo al cuartel, diciendo que debía ser sometido a azotes para saber la razón por qué la gente gritaban contra él de aquella manera. (Hechos 22:24)