Nueva Biblia Latinoamericana
Saliendo de allí, seguimos la costa hasta llegar a Regio. Al día siguiente se levantó un viento del sur y en dos días llegamos a Puteoli. (Hechos 28:13)
Allí encontramos algunos hermanos, que nos invitaron a permanecer con ellos por siete días. Y así llegamos a Roma. (Hechos 28:14)
Al tener noticia de nuestra llegada, los hermanos vinieron desde allá a recibirnos hasta el Foro de Apio y Las Tres Tabernas; y cuando Pablo los vio, dio gracias a Dios y cobró ánimo. (Hechos 28:15)
Cuando entramos en Roma, el centurión entregó los presos al prefecto militar, pero a Pablo se le permitió vivir aparte, con el soldado que lo custodiaba.
Tres días después Pablo convocó a los principales de los Judíos, y cuando se reunieron, les dijo: "Hermanos, sin haber hecho yo nada contra nuestro pueblo ni contra las tradiciones de nuestros padres (de los antepasados), desde Jerusalén fui entregado preso en manos de los Romanos, (Hechos 28:17)
los cuales, cuando me interrogaron, quisieron ponerme en libertad, pues no encontraron causa para condenarme a muerte. (Hechos 28:18)
Pero cuando los Judíos se opusieron, me vi obligado a apelar al César (Nerón), pero no porque tuviera acusación alguna contra mi pueblo (mi nación). (Hechos 28:19)

Otras publicaciones relacionadas con "Hechos 28:16":

Dr. Roberto Miranda
Cómo superar los dolores de la vida
Aprende cómo superar los dolores de la vida siguiendo el ejemplo del apóstol Pablo. A pesar de los padecimientos, mantuvo su fe y declaró la victoria en medio de las pruebas. Nunca pierdas la esperanza y la seguridad en Dios.


Samuel Acevedo
Por la gracia de Dios, somos "hermanos"?
Un sermón sobre la importancia de la gracia de Dios y la hermandad en Cristo, basado en la conversión de Saulo en el camino a Damasco y la necesidad de obedecer a Jesús y confiar en su gracia.


Hechos 28:16 - Referencia Cruzada

Mientras tanto, los Madianitas lo vendieron en Egipto a Potifar, oficial de Faraón, capitán de la guardia. (Génesis 37:36)
Pasadas estas cosas, Pablo decidió en el espíritu ir a Jerusalén después de recorrer Macedonia y Acaya, diciendo: "Después que haya estado allí, debo visitar también Roma." (Hechos 19:21)
Pablo se quedó por dos años enteros en la habitación que alquilaba, y recibía a todos los que iban a verlo, (Hechos 28:30)
Pero el SEÑOR estaba con José, le extendió su misericordia y le concedió gracia ante los ojos del jefe de la cárcel. (Génesis 39:21)
de Frigia y de Panfilia, de Egipto y de las regiones de Libia (Africa) alrededor de Cirene, viajeros de Roma, tanto Judíos como prosélitos (Gentiles convertidos al Judaísmo), (Hechos 2:10)
La mujer que viste es la gran ciudad, que reina sobre los reyes de la tierra." (Apocalipsis 17:18)
Pablo dijo al centurión y a los soldados: "Si éstos no permanecen en la nave, ustedes no podrán salvarse." (Hechos 27:31)
Al día siguiente llegamos a Sidón. Julio trató con benevolencia a Pablo, permitiéndole ir a sus amigos y ser atendido por ellos . (Hechos 27:3)
A todos los amados de Dios que están en Roma, llamados a ser santos: Gracia y paz a ustedes de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. (Romanos 1:7)
Aquí está la mente que tiene sabiduría. Las siete cabezas son siete montes sobre los que se sienta la mujer. (Apocalipsis 17:9)
En el mes quinto, a los siete días del mes, en el año diecinueve de Nabucodonosor, rey de Babilonia, vino a Jerusalén Nabuzaradán, capitán de la guardia, siervo del rey de Babilonia. (2 Reyes 25:8)
Y dio órdenes al centurión de que tuviera a Pablo bajo custodia, pero con alguna medida de libertad, y que no impidiera a ninguno de sus amigos que lo sirvieran. (Hechos 24:23)
Por esta razón muchas veces me he visto impedido de ir a ustedes. (Romanos 15:22)
Pero el centurión, queriendo salvar a Pablo, impidió su propósito, y ordenó que los que pudieran nadar se arrojaran primero por la borda y llegaran a tierra, (Hechos 27:43)
Tomó, pues, el capitán de la guardia a Jeremías, y le dijo: "El SEÑOR tu Dios decretó esta calamidad contra este lugar, (Jeremías 40:2)
Allí se encontró con un Judío que se llamaba Aquila, natural del Ponto, quien acababa de llegar de Italia con Priscila su mujer, pues el emperador Claudio había ordenado a todos los Judíos que salieran de Roma. Pablo fue a verlos, (Hechos 18:2)
A la noche siguiente el Señor se le apareció a Pablo y le dijo: "Ten ánimo, porque como has testificado fielmente de Mi causa en Jerusalén, así has de testificar también en Roma." (Hechos 23:11)