Nueva Biblia Latinoamericana
Pero Pablo les dijo: "Aunque somos ciudadanos Romanos, nos han azotado públicamente sin hacernos juicio y nos han echado a la cárcel; ¿y ahora nos sueltan en secreto? ¡De ninguna manera! Que ellos mismos vengan a sacarnos." (Hechos 16:37)
Los oficiales informaron esto a los magistrados superiores, y al saber que eran ciudadanos Romanos, tuvieron temor. (Hechos 16:38)
Entonces vinieron y les suplicaron, y después de sacarlos, les rogaban que salieran de la ciudad. (Hechos 16:39)
Cuando salieron de la cárcel, fueron a casa de Lidia, y al ver a los hermanos, los consolaron (los exhortaron) y se fueron.
Después de pasar por Anfípolis y Apolonia, Pablo y Silas llegaron a Tesalónica, donde había una sinagoga de los Judíos. (Hechos 17:1)
Y Pablo, entró según su costumbre, y por tres días de reposo discutió con ellos basándose en las Escrituras, (Hechos 17:2)
explicando y presentando evidencia de que era necesario que el Cristo (el Mesías) padeciera y resucitara de entre los muertos, y diciendo: "Este Jesús, a quien yo les anuncio, es el Cristo." (Hechos 17:3)

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Hechos 16:40 - Referencia Cruzada

del cual hablaban elogiosamente los hermanos que estaban en Listra y en Iconio. (Hechos 16:2)
Afligidos en todo, pero no agobiados; perplejos, pero no desesperados; (2 Corintios 4:8)
Enviamos a Timoteo, nuestro hermano y colaborador de Dios en el evangelio de Cristo, para fortalecerlos y alentarlos respecto a la fe de ustedes; (1 Tesalonicenses 3:2)
Y estaba escuchando cierta mujer llamada Lidia, de la ciudad de Tiatira, vendedora de telas de púrpura, que adoraba a Dios; y el Señor abrió su corazón para que recibiera lo que Pablo decía. (Hechos 16:14)
Cuando quedaron en libertad, fueron a los suyos y les contaron todo lo que los principales sacerdotes y los ancianos les habían dicho. (Hechos 4:23)
fortaleciendo los ánimos (las almas) de los discípulos, exhortándolos a que perseveraran en la fe, y diciendo: "Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios." (Hechos 14:22)
Por tanto no desfallecemos, antes bien, aunque nuestro hombre exterior va decayendo, sin embargo nuestro hombre interior se renueva de día en día. (2 Corintios 4:16)
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, (2 Corintios 1:3)
Al darse cuenta de esto, fue a la casa de María, la madre de Juan, llamado también Marcos, donde muchos estaban reunidos y oraban. (Hechos 12:12)