Nueva Biblia Latinoamericana
Porque nosotros no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído." (Hechos 4:20)
Y después de amenazarlos otra vez, los dejaron ir, no hallando la manera de castigarlos por causa del pueblo, porque todos glorificaban a Dios por lo que había acontecido; (Hechos 4:21)
porque el hombre en quien se había realizado este milagro (esta señal) de sanidad tenía más de cuarenta años. (Hechos 4:22)
Cuando quedaron en libertad, fueron a los suyos y les contaron todo lo que los principales sacerdotes y los ancianos les habían dicho.
Al oír ellos esto, unánimes alzaron la voz a Dios y dijeron: "Oh, Señor, Tú eres el que HICISTE EL CIELO Y LA TIERRA, EL MAR Y TODO LO QUE EN ELLOS HAY, (Hechos 4:24)
el que por el Espíritu Santo, por boca de nuestro padre David, Tu siervo, dijiste: '¿POR QUE SE ENFURECIERON LOS GENTILES (LAS NACIONES), Y LOS PUEBLOS TRAMARON COSAS VANAS? (Hechos 4:25)
SE PRESENTARON LOS REYES DE LA TIERRA, Y LOS GOBERNANTES SE JUNTARON A UNA CONTRA EL SEÑOR Y CONTRA SU CRISTO (EL MESIAS, EL UNGIDO).' (Hechos 4:26)

Otras publicaciones relacionadas con "Hechos 4:23":

Miriam Carrasquillo
Proclamando las maravillas de Dios
El autor comparte cómo recordar y testificar sobre los milagros que Dios ha hecho en sus vidas y proclamar sus maravillas para que el mundo entero conozca a nuestro Dios.


Dr. Roberto Miranda
Los requisitos del milagro
En este artículo, el autor reflexiona sobre el primer milagro formal registrado en la Biblia después de la ascensión de Cristo, donde Pedro y Juan sanan a un paralítico en el templo en el nombre de Jesús. Se enfatiza la importancia de cultivar la presencia del Espíritu Santo en nuestra vida, poner la fe en Jesucristo y no en los hombres o iglesias, y la necesidad de una iglesia activa y evangelística para atraer a otros a Cristo. El autor también reflexiona sobre el concepto de la restauración de todas las cosas y cómo esto puede ser una señal de que aún queda mucho trabajo por hacer en la tierra antes de que Cristo regrese.


Hechos 4:23 - Referencia Cruzada

Cuando hubieron entrado en la ciudad, subieron al aposento alto donde estaban hospedados, Pedro, Juan, Jacobo (hermano de Juan) y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas, hijo de Jacobo. (Hechos 1:13)
Entonces los que temían (reverenciaban) al SEÑOR se hablaron unos a otros, y el SEÑOR prestó atención y escuchó, y fue escrito delante de El un libro memorial para los que temen (reverencian) al SEÑOR y para los que estiman Su nombre. (Malaquías 3:16)
En cuanto a los santos que están en la tierra, Ellos son los nobles en quienes está toda mi delicia. (Salmos 16:3)
Compañero soy de todos los que Te temen (reverencian), Y de los que guardan Tus preceptos. (Salmos 119:63)
Cuando salieron de la cárcel, fueron a casa de Lidia, y al ver a los hermanos, los consolaron (los exhortaron) y se fueron. (Hechos 16:40)
Me acuerdo de estas cosas y derramo mi alma dentro de mí; De cómo iba yo con la multitud y la guiaba hasta la casa de Dios, Con voz de alegría y de acción de gracias, con la muchedumbre en fiesta. (Salmos 42:4)
Todos los que habían creído estaban juntos y tenían todas las cosas en común; (Hechos 2:44)
No estén unidos en yugo desigual con los incrédulos, pues ¿qué asociación tienen la justicia y la iniquidad? ¿O qué comunión la luz con las tinieblas? (2 Corintios 6:14)
Cuando Pedro volvió en sí, dijo: "Ahora sé en verdad que el Señor ha enviado a Su ángel, y me ha rescatado de la mano de Herodes (Agripa I) y de todo lo que esperaba el pueblo de los Judíos." (Hechos 12:11)
El que anda con sabios será sabio, Pero el compañero de los necios sufrirá daño. (Proverbios 13:20)