Tomás, llamado el Dídimo (el Gemelo), dijo entonces a sus condiscípulos: "Vamos nosotros también para morir con El."
(Juan 11:16)Llegó, pues, Jesús y halló que ya hacía cuatro días que Lázaro estaba en el sepulcro.
(Juan 11:17)Betania estaba cerca de Jerusalén, como a tres kilómetros;
(Juan 11:18)y muchos de los Judíos habían venido a la casa de Marta y María, para consolarlas por la muerte de su hermano.
Entonces Marta, cuando oyó que Jesús venía, Lo fue a recibir, pero María se quedó sentada en casa.
(Juan 11:20)Y Marta dijo a Jesús: "Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.
(Juan 11:21)Aun ahora, yo sé que todo lo que pidas a Dios, Dios Te lo concederá."
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Juan 11:19 - Referencia Cruzada
Llora amargamente en la noche, Y le corren las lágrimas por sus mejillas. No hay quien la consuele Entre todos sus amantes. Todos sus amigos la han traicionado, Se han convertido en sus enemigos.
(Lamentaciones 1:2)Por estas cosas lloro yo; Mis ojos derraman agua, Porque lejos de mí está el consolador, El que reanima mi alma. Mis hijos están desolados Porque ha prevalecido el enemigo."
(Lamentaciones 1:16)Estas dos cosas te han acontecido, ¿Quién te confortará?; Desolación y destrucción, hambre y espada, ¿Quién te consolará?
(Isaías 51:19)Gócense con los que se gozan y lloren con los que lloran.
(Romanos 12:15)Y David dijo: "Seré bondadoso con Hanún, hijo de Nahas, tal como su padre fue bondadoso conmigo." Entonces David envió algunos de sus siervos para consolarlo por la muerte de su padre. Pero cuando los siervos de David llegaron a la tierra de los Amonitas,
(2 Samuel 10:2)Mejor es ir a una casa de luto Que ir a una casa de banquete, Porque aquello (la muerte) es el fin de todo hombre, Y al que vive lo hará reflexionar en su corazón.
(Eclesiastés 7:2)Han oído que gimo, Pero no hay quien me consuele. Todos mis enemigos han oído de mi mal, Se regocijan de que Tú lo hayas hecho. ¡Oh, si Tú trajeras el día que has anunciado, Para que sean ellos como yo!
(Lamentaciones 1:21)Cuando tres amigos de Job, Elifaz, el Temanita, Bildad, el Suhita y Zofar, el Naamatita, oyeron de todo este mal que había venido sobre él, vinieron cada uno de su lugar, pues se habían puesto de acuerdo para ir juntos a condolerse de él y a consolarlo.
(Job 2:11)Entonces todos sus hermanos y todas sus hermanas y todos los que le habían conocido antes, vinieron a él y comieron con él en su casa; se condolieron de él y lo consolaron por todo el mal que el SEÑOR había traído sobre él. Cada uno le dio una moneda (11.4 gr) de plata, y cada uno un anillo de oro.
(Job 42:11)Porque así dice el SEÑOR: "No entres en casa de duelo, ni vayas a lamentar, ni los consueles; pues he retirado de este pueblo Mi paz, la misericordia y la compasión," declara el SEÑOR.
(Jeremías 16:5)Entonces los Judíos que estaban con ella en la casa consolándola, cuando vieron que María se levantó de prisa y salió, la siguieron, suponiendo que iba al sepulcro a llorar allí.
(Juan 11:31)Todos sus hijos y todas sus hijas vinieron para consolarlo, pero él rehusó ser consolado, y dijo: "Ciertamente enlutado bajaré al Seol (región de los muertos) por causa de mi hijo." Y su padre lloró por él.
(Génesis 37:35)Su inmundicia está en sus faldas; No consideró su futuro, Por tanto ha caído de manera sorprendente; No hay quien la consuele. "Mira, oh SEÑOR, mi aflicción, Porque se ha engrandecido el enemigo."
(Lamentaciones 1:9)el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que también nosotros podamos consolar a los que están en cualquier aflicción, dándoles el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios.
(2 Corintios 1:4)Por tanto, confórtense (aliéntense) los unos a los otros, y edifíquense el uno al otro, tal como lo están haciendo.
(1 Tesalonicenses 5:11)Zabad su hijo, Sutela su hijo, Ezer y Elad. Los hombres de Gat que nacieron en la tierra los mataron, porque descendieron a tomar sus ganados.
(1 Crónicas 7:21)¿Cómo he de amonestarte? ¿A qué te compararé, Hija de Jerusalén? ¿A qué te igualaré al consolarte, Virgen hija de Sion? Porque grande como el mar es tu ruina; ¿Quién te podrá sanar?
(Lamentaciones 2:13)