Nueva Biblia Latinoamericana
¡Llenen, pues, la medida de la culpa (pecado) de sus padres (terminen, pues, su pecado)! (Mateo 23:32)
¡Serpientes! ¡Camada de víboras! ¿Cómo escaparán del juicio del infierno? (Mateo 23:33)
Por tanto, miren, Yo les envío profetas, sabios y escribas. A algunos de ellos, ustedes los matarán y crucificarán, y a otros los azotarán en sus sinagogas y los perseguirán de ciudad en ciudad, (Mateo 23:34)
para que recaiga sobre ustedes la culpa de toda la sangre justa derramada sobre la tierra, desde la sangre del justo Abel hasta la sangre de Zacarías, hijo de Berequías, a quien ustedes asesinaron entre el templo y el altar.
En verdad les digo que todo esto vendrá sobre esta generación. (Mateo 23:36)
¡Jerusalén, Jerusalén, la que mata a los profetas y apedrea a los que son enviados a ella! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus pollitos debajo de sus alas, y no quisiste! (Mateo 23:37)
Por tanto, la casa de ustedes se les deja desierta. (Mateo 23:38)

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Mateo 23:35 - Referencia Cruzada

Y en ella fue hallada la sangre de los profetas, de los santos y de todos los que habían sido muertos sobre la tierra." (Apocalipsis 18:24)
Porque el SEÑOR va a salir de Su lugar Para castigar la iniquidad de los habitantes de la tierra, Y la tierra pondrá de manifiesto su sangre derramada Y no ocultará más a sus asesinados. (Isaías 26:21)
Pero sepan bien que si me matan, sangre inocente echarán sobre ustedes y sobre esta ciudad y sobre sus habitantes; porque en verdad el SEÑOR me ha enviado a ustedes para hablar en sus oídos todas estas palabras." (Jeremías 26:15)
Además, Manasés derramó muchísima sangre inocente hasta llenar a Jerusalén de un extremo a otro, aparte de su pecado con el que hizo pecar a Judá para que hiciera lo malo ante los ojos del SEÑOR. (2 Reyes 21:16)
De la sangre de ustedes, de la vida de ustedes, ciertamente pediré cuenta: a cualquier animal, y a cualquier hombre, pediré cuenta; de cada hombre pediré cuenta de la vida de un ser humano. (Génesis 9:5)
También por la sangre inocente que derramó, pues llenó a Jerusalén de sangre inocente, y el SEÑOR no quiso perdonar. (2 Reyes 24:4)
y responderán y dirán: 'Nuestras manos no han derramado esta sangre, ni nuestros ojos han visto nada. (Deuteronomio 21:7)
Pero a causa de los pecados de sus profetas Y de las iniquidades de sus sacerdotes, Quienes derramaron en medio de ella La sangre de los justos, (Lamentaciones 4:13)
y a Jesús, el mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la sangre de Abel. (Hebreos 12:24)
Caín dijo a su hermano Abel: "Vayamos al campo." Y aconteció que cuando estaban en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel y lo mató. (Génesis 4:8)
Porque éste es el mensaje que ustedes han oído desde el principio: que nos amemos unos a otros. (1 Juan 3:11)
Así que no contaminarán la tierra en que están; porque la sangre contamina la tierra, y no se puede hacer expiación por la tierra, por la sangre derramada en ella, excepto mediante la sangre del que la derramó. (Números 35:33)
En el octavo mes del segundo año de Darío, vino la palabra del SEÑOR al profeta Zacarías, hijo de Berequías, hijo de Iddo, diciendo: (Zacarías 1:1)
Y trajeron a Urías de Egipto y lo llevaron al rey Joacim, quien lo mató a espada y echó su cadáver a la fosa común. (Jeremías 26:23)
Desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que pereció entre el altar y la casa de Dios. Sí, les digo que le será cargada a esta generación.' (Lucas 11:51)
Entonces el Espíritu de Dios vino sobre Zacarías, hijo del sacerdote Joiada. El se puso en pie, en un lugar más alto que el pueblo, y les dijo: "Así ha dicho Dios: '¿Por qué quebrantan ustedes los mandamientos del SEÑOR y no prosperan ? Por haber abandonado al SEÑOR, El también los ha abandonado.'" (2 Crónicas 24:20)
Por la fe Abel ofreció a Dios un mejor sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó el testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y por la fe, estando muerto, todavía habla. (Hebreos 11:4)
En vano he herido a sus hijos, No han aceptado corrección. La espada de ustedes ha devorado a sus profetas Como león destructor. (Jeremías 2:30)
También en tus faldas se halla Sangre de la vida de pobres inocentes; No los encontraste forzando la entrada. Pero a pesar de todo esto, (Jeremías 2:34)