Nueva Biblia Latinoamericana
Entonces Moisés subió al monte, y la nube cubrió el monte. (Éxodo 24:15)
Y la gloria del SEÑOR reposó sobre el Monte Sinaí, y la nube lo cubrió por seis días. Al séptimo día, Dios llamó a Moisés de en medio de la nube. (Éxodo 24:16)
A los ojos de los Israelitas la apariencia de la gloria del SEÑOR era como un fuego consumidor sobre la cumbre del monte. (Éxodo 24:17)
Moisés entró en medio de la nube, y subió al monte. Moisés estuvo en el monte cuarenta días y cuarenta noches.
El SEÑOR habló a Moisés y le dijo: (Éxodo 25:1)
Dile a los Israelitas que tomen una ofrenda para Mí. De todo aquél cuyo corazón le mueva a hacerlo, ustedes tomarán Mi ofrenda. (Éxodo 25:2)
Y ésta es la ofrenda que tomarán de ellos: oro, plata y bronce; (Éxodo 25:3)

Otras publicaciones relacionadas con "Éxodo 24:18":

Juan Carlos Alzamora
Dios les dió un espacio, ahora dénle espacio a Dios
En este artículo, Juan Carlos Alzamora habla sobre la importancia de buscar la presencia y gloria de Dios en nuestras vidas y en las iglesias para experimentar un avivamiento y transformación. Se destaca la historia de avivamiento en Nueva Inglaterra y la importancia de comprometerse a la santidad y buscar a Dios por encima de todo.


Faustino de Jesús Zamora Vargas
Cristo, tabernáculo de la gloria del Dios viviente
Jesucristo es nuestro tabernáculo vivo y centro de adoración, en Él encontramos la plenitud y la inspiración para glorificar a Dios en todo lo que hacemos.author: Faustino de Jesús Zamora Vargas,title: Cristo, tabernáculo de la gloria del Dios viviente,summary: La gloria de Dios está presente en nuestras vidas a través de Jesucristo. Él es nuestro tabernáculo vivo y centro de adoración. En Él encontramos la plenitud y la inspiración para glorificarlo en todo lo que hacemos. Cristo es el Rey de Gloria, y su corona es la humildad y el servicio. En Él tenemos todo, incluyendo su gloria.


Éxodo 24:18 - Referencia Cruzada

Después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, entonces tuvo hambre. (Mateo 4:2)
Se levantó, pues, y comió y bebió, y con la fuerza de aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios. (1 Reyes 19:8)
Tan pronto como yo salga de la ciudad," le dijo Moisés, "extenderé mis manos al SEÑOR. Los truenos cesarán, y no habrá más granizo, para que sepas que la tierra es del SEÑOR. (Éxodo 9:29)
Salió Moisés de la ciudad, de la presencia de Faraón, y extendió sus manos al SEÑOR, y los truenos y el granizo cesaron, y no cayó más lluvia sobre la tierra. (Éxodo 9:33)
por cuarenta días, siendo tentado por el diablo. Y no comió nada durante esos días, pasados los cuales tuvo hambre. (Lucas 4:2)
A los ojos de los Israelitas la apariencia de la gloria del SEÑOR era como un fuego consumidor sobre la cumbre del monte. (Éxodo 24:17)
Y estuvo en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás; y estaba entre las fieras, y los ángeles Le servían. (Marcus 1:13)
El impío huye sin que nadie lo persiga, Pero los justos están confiados como un león. (Proverbios 28:1)
Y Moisés estuvo allí con el SEÑOR cuarenta días y cuarenta noches. No comió pan ni bebió agua. Y escribió en las tablas las palabras del pacto, los Diez Mandamientos. (Éxodo 34:28)
Entonces me postré delante del SEÑOR como al principio, por cuarenta días y cuarenta noches; no comí pan ni bebí agua, a causa de todo el pecado que habían cometido al hacer lo malo ante los ojos del SEÑOR, provocando así Su ira. (Deuteronomio 9:18)
El SEÑOR descendió a la cumbre del Monte Sinaí. Entonces el SEÑOR llamó a Moisés a la cumbre del monte, y Moisés subió. (Éxodo 19:20)
Me quedé en el monte cuarenta días y cuarenta noches como la primera vez, y el SEÑOR me escuchó también esta vez; y el SEÑOR no quiso destruirte. (Deuteronomio 10:10)
Cuando subí al monte para recibir las tablas de piedra, las tablas del pacto que el SEÑOR había hecho con ustedes, me quedé en el monte cuarenta días y cuarenta noches; no comí pan ni bebí agua. (Deuteronomio 9:9)
Entonces me postré delante del SEÑOR los cuarenta días y cuarenta noches, lo cual hice porque el SEÑOR había dicho que los iba a destruir. (Deuteronomio 9:25)