Pues el enemigo ha perseguido mi alma, Ha aplastado mi vida contra la tierra; Me ha hecho morar en lugares tenebrosos, como los que hace tiempo están muertos.
(Salmos 143:3)Por tanto, en mí está agobiado mi espíritu; Mi corazón está turbado dentro de mí.
(Salmos 143:4)Me acuerdo de los días antiguos; En todas Tus obras medito, Reflexiono en la obra de Tus manos.
(Salmos 143:5)A Ti extiendo mis manos; Mi alma Te anhela como la tierra sedienta. (Selah)
Respóndeme pronto, oh SEÑOR, porque mi espíritu desfallece; No escondas de mí Tu rostro, Para que no llegue yo a ser como los que descienden a la sepultura.
(Salmos 143:7)Por la mañana hazme oír Tu misericordia, Porque en Ti confío; Enséñame el camino por el que debo andar, Pues a Ti elevo mi alma.
(Salmos 143:8)Líbrame de mis enemigos, oh SEÑOR; En Ti me refugio.
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Salmos 143:6 - Referencia Cruzada
La tierra abrasada se convertirá en laguna, Y el secadal en manantiales de aguas. En la guarida de chacales, su lugar de descanso, La hierba se convertirá en cañas y juncos.
(Isaías 35:7)Han languidecido mis ojos a causa de la aflicción; Oh SEÑOR, cada día Te he invocado, He extendido mis manos hacia Ti.
(Salmos 88:9)Si diriges bien tu corazón Y extiendes a El tu mano,
(Job 11:13)Salmo de David, cuando estaba en el desierto de Judá. Oh Dios, Tú eres mi Dios; Te buscaré con afán. Mi alma tiene sed de Ti, mi carne Te anhela Cual tierra seca y árida donde no hay agua.
(Salmos 63:1)Anhela mi alma, y aun desea con ansias los atrios del SEÑOR; Mi corazón y mi carne cantan con gozo al Dios vivo.
(Salmos 84:2)Para el director del coro. Masquil de los hijos de Coré. Como el ciervo anhela las corrientes de agua, Así suspira por Ti, oh Dios, el alma mía.
(Salmos 42:1)En el último día, el gran día de la fiesta, Jesús puesto en pie, exclamó en alta voz: "Si alguien tiene sed, que venga a Mí y beba.
(Juan 7:37)Ciertamente, siguiendo la senda de Tus juicios, Oh SEÑOR, Te hemos esperado. Tu nombre y Tu memoria son el anhelo del alma.
(Isaías 26:8)Si nos hubiéramos olvidado del nombre de nuestro Dios, O extendido nuestras manos a un dios extraño,
(Salmos 44:20)