Tenemos que hablar del infierno
Dr. Roberto Miranda(Audio: Español)
RESUMEN:
En Lucas 16, el Señor Jesús cuenta la parábola del rico y Lázaro para enseñar sobre la importancia de la fe y las consecuencias de nuestras acciones en esta vida. El rico se muestra como un hombre próspero que disfrutaba de lujos y banquetes diarios, mientras Lázaro era un mendigo cubierto de llagas que anhelaba migajas de pan. Ambos hombres mueren y son llevados a lugares diferentes: Lázaro al seno de Abraham, que representa el cielo, y el rico al Hades, que representa el infierno. El infierno es un lugar de tormento, lo que demuestra que la enseñanza de Jesús sobre el infierno es real y debe ser tomada en serio. La fe en Cristo es lo que determina nuestro destino eterno.
El autor defiende la existencia del infierno y la enseñanza de Jesús sobre este tema. Argumenta que el Señor era un maestro consumado y no habría enseñado sobre el infierno si no existiera. El relato de la parábola del rico y Lázaro muestra la realidad del infierno y la importancia de la fe y el amor en la vida de una persona. Dios no odia a los pecadores, sino que sufre por ellos y ha hecho todo lo posible para que nadie se pierda. El arrepentimiento fútil y sin resultado en la eternidad es una de las torturas más grandes del infierno. La falta de fe se manifiesta de diferentes maneras, como en el caso del rico que no tenía misericordia y amor por los demás. Finalmente, el autor señala que los seres humanos pueden cerrar el mundo del espíritu al enfocarse solo en la materia, ya sea a través de la sexualidad y el dinero, la ciencia y la filantropía, o la búsqueda del poder y la fama.
El predicador habla sobre la importancia de creer en la existencia del infierno y cómo esto debería motivar a las personas a predicar el Evangelio. También enfatiza que la Iglesia no debería rebajar el precio del Evangelio para complacer a las personas y que la Palabra de Dios debe ser aceptada tal como está escrita. Además, se discute cómo el infierno es irrevocable y no hay posibilidad de cambio después de la muerte. El predicador también hace referencia a la parábola de Lázaro y el hombre rico y cómo esto ilustra la importancia de atesorar cosas espirituales en lugar de materiales. En última instancia, el mensaje es que la Iglesia debe ser fiel a su responsabilidad de proclamar la Palabra de Dios y no comprometer su contenido para atraer a más personas.
El mensaje del Evangelio es la única esperanza para la humanidad, y es nuestra responsabilidad proclamarlo y llevarlo a otros. No debemos rebajar el Evangelio para hacerlo más aceptable, sino presentarlo con amor y dignidad. La importancia de la proclamación del Evangelio es infinitamente alta, y debemos tomar conciencia de ello y actuar en consecuencia. Debemos vencer la timidez y la vergüenza, y rechazar cualquier enseñanza que suprima la importancia de la proclamación del Evangelio. Debemos pedir a Dios que active su poder y tenga misericordia de aquellos que están perdidos y necesitan escuchar el mensaje del Evangelio.Lucas capítulo 16 es una parábola del Señor muy conocida, el rico y Lázaro. Y hay muchas diferencias de opinión si esto era una parábola totalmente ilustrativa simplemente como una ilustración o si este Lázaro, no parece el mismo Lázaro que el Señor resucitó de paso o si se refería a personajes reales o no, lo importante es el principio y la enseñanza espiritual que está contenido en este pasaje. El Señor siempre usó parábolas, ilustraciones, relatos, cuentos para hacer más comprensible y más claro la enseñanza de ciertos misterios de la Escritura.
Muchas veces le hablaba a gente no culta, no muy académicamente desarrollada y esta era una forma de hacer clara Su enseñanza entre otras cosas ¿no? Ahora bien dice el Señor en esta parábola que: "Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino fino y hacía cada día banquete con esplendidez." El Señor está estableciendo así una imagen casi exagerada, hiperbólica de un hombre muy próspero con tanto dinero, toda su ropa era la más exquisita, la mejor y cada día era una comelata donde invitaba a todos sus amigos y familiares, un banquete total ¿no? con esplendidez.