Mi Dios es proveedor
Faustino de Jesús Zamora Vargas¿Podría alguien mejor que David hablar del Señor como pastor? No lo creo. El oficio le venía de casa. Había sido su experiencia durante años. Guiaba el rebaño de su familia, les ponía nombres a sus ovejas, las guiaba hacia prados de abundantes pastos, buscaba a la perdida, restauraba a la que caía, traía al redil a la descarriada. Las ovejas le conocían.
En la sociedad de hoy, el ser humano – se incluyen (lamentablemente) en esta especie a algunos cristianos- vive en una constante alucinación por suplir sus supuestas necesidades. La barrera entre deseo y necesidad parece haberse abierto y se funden ambos conceptos creando un mejunje de sentimientos encontrados que en ocasiones no permiten ver la providencia de Dios, sino el aparente “buen” resultado de nuestros esfuerzos.