El estudio de la palabra: seguro antodoto contra el error doctrinal
Dr. Roberto MirandaEs importante que los líderes espirituales le demos gran importancia a la educación sistemática de nuestros feligreses. A la misma vez, es importante que cada creyente se interese en estudiar la Palabra de Dios, y que invierta tiempo en conocer los grandes temas, personajes y principios de las Escrituras. Una iglesia no puede vivir solamente de sermones apasionados, alabanza entusiasta o supuestas experiencias sobrenaturales. Requiere la comida sólida de la Palabra administrada día a día para llegar a convertirse en una comunidad estable y bendecida. Como señala el apóstol Pedro, a la virtud hay que añadir conocimiento. Si no, lo que tenemos es una espiritualidad fallida y frágil, abierta al engaño, expuesta a todo viento de doctrina que sopla en el ámbito cultural.
El acelerado crecimiento de la Iglesia en Latinoamérica y otras partes del Tercer Mundo tarde o temprano tendrá que entrar en la disciplina de un mayor rigor teológico y bíblico. Hay demasiada espuma en la enseñanza que actualmente recibe una gran parte del pueblo de Dios, demasiada doctrina de hombres que tiene muy poco que ver con la sana instrucción de la palabra de Dios. Esto da lugar a una iglesia emocional y falsamente ungida, frecuentemente intoxicada con el autoengaño de cultos desordenados e histéricos que crean la falsa impresión de una verdadera visitación del Espíritu Santo, o de un progreso efectivo contra las huestes de las tinieblas, pero que en realidad no afectan en gran manera ni el mundo espiritual ni el material.