Cuando Dios toca a la puerta
Faustino de Jesús Zamora VargasCuando era un joven, se escuchaba en mi país una consigna que, entre muchas otras, formaba parte de un eslabón más en la cadena de vítores y exaltaciones personales por las que éramos bien vistos o mal vistos, según los niveles de compromiso. "¡Sólo los cristales se rajan, los hombres mueren de pie!"
Lo repetí muchas veces enardecido de un sentimiento peculiar. Los años pasan y con ellos los tiempos de consignas vacías. Hoy, por donde quiero que ando, puedo ver a los Supermen de mi juventud, alucinados, con las capas raídas, desesperados por un trago de jugo de kryptonita haciendo un nuevo intento para alzar el vuelo. Pero ya no pueden volar. Se rajaron en el camino de la vida y cayeron en la trampa de sus propias consignas. Siguen en pie, altivos y empecinados en reverdecer laureles desguazados por la frustración y la amargura, pero vagan sin dirección, muertos en su crónica necedad.