Nueva Biblia Latinoamericana
Llegó a unos rediles de ovejas en el camino, donde había una cueva, y Saúl entró en ella para hacer sus necesidades. Y David y sus hombres estaban sentados en los rincones de la cueva. (1 Samuel 24:3)
Y los hombres de David le dijeron: "Mira, este es el día del que el SEÑOR te habló: 'Voy a entregar a tu enemigo en tu mano, y harás con él como bien te parezca.'" Entonces David se levantó y cortó a escondidas la orilla del manto de Saúl. (1 Samuel 24:4)
Aconteció después de esto que la conciencia de David le remordía, porque había cortado la orilla del manto de Saúl. (1 Samuel 24:5)
Y dijo a sus hombres: "El SEÑOR me guarde de hacer tal cosa contra mi rey, el ungido del SEÑOR, de extender contra él mi mano, porque es el ungido del SEÑOR."
David contuvo a sus hombres con estas palabras y no les permitió que se levantaran contra Saúl. Y Saúl se levantó, salió de la cueva, y siguió su camino. (1 Samuel 24:7)
Después de esto David se levantó, salió de la cueva y dio voces tras Saúl, diciendo: "¡Mi señor el rey!" Y cuando Saúl miró hacia atrás, David inclinó su rostro a tierra y se postró. (1 Samuel 24:8)
Y dijo David a Saúl: "¿Por qué escucha usted las palabras de los hombres, que dicen: 'Mire que David procura su mal'? (1 Samuel 24:9)

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1 Samuel 24:6 - Referencia Cruzada

Miren que ninguno devuelva a otro mal por mal, sino que procuren siempre lo bueno los unos para con los otros, y para con todos. (1 Tesalonicenses 5:15)
Bendigan a los que los persiguen. Bendigan, y no maldigan. (Romanos 12:14)
¿Acaso me he alegrado en la destrucción de mi enemigo, O me he regocijado cuando el mal le sobrevino? (Job 31:29)
Y David le dijo: "¿Cómo es que no tuviste temor de extender tu mano para destruir al ungido del SEÑOR?" (2 Samuel 1:14)
Pero Yo les digo: amen a sus enemigos y oren por los que los persiguen, (Mateo 5:44)
Pero David dijo a Abisai: "No lo mates, pues, ¿quién puede extender su mano contra el ungido del SEÑOR y quedar sin castigo?" (1 Samuel 26:9)
Pero Nabot le dijo a Acab: "No permita el SEÑOR que le dé la herencia de mis padres." (1 Reyes 21:3)