Nueva Biblia Latinoamericana
Y cuando los Amonitas pelearon contra Israel, los ancianos de Galaad fueron a traer a Jefté de la tierra de Tob. (Jueces 11:5)
Y dijeron a Jefté: "Ven y sé nuestro jefe para que peleemos contra los Amonitas." (Jueces 11:6)
Entonces Jefté contestó a los ancianos de Galaad: "¿No me odiaron y me echaron de la casa de mi padre? ¿Por qué, pues, han venido a mí ahora cuando están en apuros?" (Jueces 11:7)
Y los ancianos de Galaad dijeron a Jefté: "Por esta causa hemos vuelto a ti: para que vengas con nosotros y pelees contra los Amonitas y seas jefe sobre todos los habitantes de Galaad."
Jefté respondió a los ancianos de Galaad: "Si me hacen volver para pelear contra los Amonitas y el SEÑOR me los entrega, ¿seré yo el jefe de ustedes?" (Jueces 11:9)
Y los ancianos de Galaad dijeron a Jefté: "El SEÑOR es testigo entre nosotros. Ciertamente haremos como has dicho." (Jueces 11:10)
Entonces Jefté fue con los ancianos de Galaad, y el pueblo lo hizo cabeza y jefe sobre ellos. Y Jefté habló todas sus palabras delante del SEÑOR en Mizpa. (Jueces 11:11)

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Jueces 11:8 - Referencia Cruzada

El Faraón dijo: "Los dejaré ir para que ofrezcan sacrificio al SEÑOR su Dios en el desierto, sólo que no vayan muy lejos. Oren por mí." (Éxodo 8:28)
Rueguen al SEÑOR, porque ha habido ya suficientes truenos y granizo de parte de Dios. Los dejaré ir y no se quedarán más aquí." (Éxodo 9:28)
¡Tengan cuidado! Si tu hermano peca, repréndelo; y si se arrepiente, perdónalo. (Lucas 17:3)
Ahora pues, les ruego que perdonen mi pecado sólo esta vez, y que rueguen al SEÑOR su Dios, para que quite de mí esta muerte." (Éxodo 10:17)
Y el pueblo, los jefes de Galaad, se dijeron unos a otros: "¿Quién es el hombre que comenzará la batalla contra los Amonitas? El será caudillo de todos los habitantes de Galaad." (Jueces 10:18)
Entonces Faraón llamó a Moisés y a Aarón, y dijo: "Rueguen al SEÑOR para que quite las ranas de mí y de mi pueblo, y yo dejaré ir al pueblo para que ofrezca sacrificios al SEÑOR." (Éxodo 8:8)
El rey respondió al hombre de Dios: "Te ruego que supliques al SEÑOR tu Dios, y ores por mí, para que mi mano me sea restaurada." El hombre de Dios suplicó al SEÑOR y la mano del rey le fue restaurada, y quedó como antes. (1 Reyes 13:6)