Nueva Biblia Latinoamericana
El gloriarse es necesario, aunque no es provechoso. Pasaré entonces a las visiones y revelaciones del Señor. (2 Corintios 12:1)
Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (no sé si en el cuerpo, no sé si fuera del cuerpo, Dios lo sabe) el tal fue arrebatado hasta el tercer cielo. (2 Corintios 12:2)
Y conozco a tal hombre (si en el cuerpo o fuera del cuerpo no lo sé, Dios lo sabe) (2 Corintios 12:3)
que fue arrebatado al paraíso, y escuchó palabras inefables que al hombre no se le permite expresar.
De tal hombre sí me gloriaré; pero en cuanto a mí mismo, no me gloriaré sino en mis debilidades. (2 Corintios 12:5)
Porque si quisiera gloriarme, no sería insensato, pues diría la verdad. Pero me abstengo de hacerlo para que nadie piense de mí más de lo que ve en mí, u oye de mí. (2 Corintios 12:6)
Y dada la extraordinaria grandeza de las revelaciones, por esta razón, para impedir que me enalteciera, me fue dada una espina en la carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca. (2 Corintios 12:7)

Otras publicaciones relacionadas con "2 Corintios 12:4":

Samuel Acevedo
Velos que nos prohíben ver la gloria de Dios
Artículo sobre cómo los velos nos impiden ver la gloria de Dios y cómo acercarnos a Él para experimentar su presencia y ser transformados por su Espíritu.


Omar Soto
Lléname de tu gloria! Estás apto para recibirla?
El pastor habla sobre cómo Dios puede hacer cosas increíbles en las personas que tienen una intención y un propósito con Él. También se discute la comisión de Isaías y cómo Dios puede limpiar el pecado y revelarse a nosotros.


2 Corintios 12:4 - Referencia Cruzada

El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al vencedor le daré a comer del árbol de la vida, que está en el paraíso de Dios."'" (Apocalipsis 2:7)
Entonces Jesús le dijo: "En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso." (Lucas 23:43)
Hermoso lo hice por la multitud de sus ramas, Y lo envidiaban todos los árboles del Edén que estaban en el huerto de Dios. (Ezequiel 31:9)