Nueva Biblia Latinoamericana
Uno de los siervos del sumo sacerdote, que era pariente de aquél a quien Pedro le había cortado la oreja, dijo: "¿No te vi yo en el huerto con El?" (Juan 18:26)
Y Pedro lo negó otra vez, y al instante cantó un gallo. (Juan 18:27)
Entonces llevaron a Jesús de casa de Caifás al Pretorio (residencia oficial del gobernador); era muy de mañana; y ellos no entraron al Pretorio para no contaminarse y poder comer la Pascua. (Juan 18:28)
Pilato, pues, salió afuera hacia ellos y dijo: "¿Qué acusación traen contra este hombre?"
Ellos respondieron: "Si este hombre no fuera malhechor, no se Lo hubiéramos entregado." (Juan 18:30)
Entonces Pilato les dijo: "Se Lo pueden llevar y juzgar conforme a su ley." "A nosotros no nos es permitido dar muerte a nadie," le dijeron los Judíos. (Juan 18:31)
Esto sucedió para que se cumpliera la palabra que Jesús había hablado, dando a entender de qué clase de muerte iba a morir. (Juan 18:32)

Otras publicaciones relacionadas con "Juan 18:29":

Dr. Roberto Miranda
Tocado por un ángel de Dios
En este artículo, el autor reflexiona sobre la importancia de pedir discernimiento a Dios para evitar el orgullo y siempre darle la gloria. También se habla de la existencia de ángeles y demonios en el mundo sobrenatural y la importancia de mantener una postura de fe incondicional ante los misterios de Dios. Se enfatiza en la historia de Pedro y la iglesia que estaba orando por él, pero no creyó que Dios lo había liberado de la cárcel cuando realmente sucedió. El autor llama a tener una fe que pueda creer en los milagros mayores que Dios puede hacer.


Dr. Roberto Miranda
Yo soy Pedro
En este sermón, el pastor reflexiona sobre la negación de Pedro y la pasión de Cristo, enfatizando la importancia de amar a Dios y darle lo mejor en nuestras vidas.


Juan 18:29 - Referencia Cruzada

Jesús fue llevado delante del gobernador (Pilato), y éste Lo interrogó: "¿Eres Tú el Rey de los Judíos?" "Tú lo dices," le contestó Jesús. (Mateo 27:11)
Pilato preguntó: "¿Por qué? ¿Qué mal ha hecho?" Pero ellos gritaban aún más: "¡Sea crucificado!" (Mateo 27:23)
Queriendo cerciorarme de la causa por la cual lo acusaban, lo llevé a su Concilio (Hechos 23:28)
¿Eres Tú el Rey de los Judíos?" le preguntó Pilato. "Tú lo dices," respondió Jesús (Marcus 15:2)
Y comenzaron a acusar a Jesús, diciendo: "Hemos hallado que éste pervierte a nuestra nación, prohibiendo pagar impuesto al César, y diciendo que El mismo es Cristo (el Mesías), un Rey." (Lucas 23:2)
Yo les respondí que no es costumbre de los Romanos entregar a un hombre sin que antes el acusado confronte a sus acusadores, y tenga la oportunidad de defenderse de los cargos. (Hechos 25:16)