Entonces Moisés le dijo: "Si Tu presencia no va con nosotros, no nos hagas salir de aquí.
(Éxodo 33:15)¿Pues en qué se conocerá que he hallado gracia ante Tus ojos, yo y Tu pueblo? ¿No es acaso en que Tú vayas con nosotros, para que nosotros, yo y Tu pueblo, nos distingamos de todos los demás pueblos que están sobre la superficie de la tierra?"
(Éxodo 33:16)Y el SEÑOR respondió a Moisés: "También haré esto que has hablado, por cuanto has hallado gracia ante Mis ojos y te he conocido por tu nombre."
(Éxodo 33:17)Entonces Moisés dijo: "Te ruego que me muestres Tu gloria."
Y el SEÑOR respondió: "Yo haré pasar toda Mi bondad delante de ti, y proclamaré el nombre del SEÑOR delante de ti. Tendré misericordia del que tendré misericordia, y tendré compasión de quien tendré compasión."
(Éxodo 33:19)Y añadió: "No puedes ver Mi rostro; porque nadie Me puede ver, y vivir."
(Éxodo 33:20)Entonces el SEÑOR dijo: "Hay un lugar junto a Mí, y tú estarás sobre la peña;
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Éxodo 33:18 - Referencia Cruzada
Nadie ha visto jamás a Dios; el unigénito Dios, que está en el seno del Padre, El Lo ha dado a conocer.
(Juan 1:18)La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que la iluminen, porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera.
(Apocalipsis 21:23)el único que tiene inmortalidad y habita en luz inaccesible, a quien ningún hombre ha visto ni puede ver. A El sea la honra y el dominio eterno. Amén.
(1 Timoteo 6:16)Pero todos nosotros, con el rostro descubierto, contemplando como en un espejo la gloria del Señor, estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria, como por el Señor, el Espíritu.
(2 Corintios 3:18)Muchos dicen: "¿Quién nos mostrará el bien?" ¡Alza, oh SEÑOR, sobre nosotros la luz de Tu rostro!
(Salmos 4:6)Y añadió: "No puedes ver Mi rostro; porque nadie Me puede ver, y vivir."
(Éxodo 33:20)aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador Cristo Jesús.
(Tito 2:13)Pues Dios, que dijo: "De las tinieblas resplandecerá la luz," es el que ha resplandecido en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en el rostro de Cristo.
(2 Corintios 4:6)