EN DIOS CONFIA; QUE Lo LIBRE ahora SI EL LO QUIERE; porque ha dicho: 'Yo soy el Hijo de Dios.'"
(Mateo 27:43)En la misma forma Lo injuriaban también los ladrones que habían sido crucificados con El.
(Mateo 27:44)Desde la hora sexta (mediodía) hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora novena (3 p.m.).
(Mateo 27:45)Y alrededor de la hora novena (3 p.m.), Jesús exclamó a gran voz, diciendo: "ELI, ELI, ¿LEMA SABACTANI?" Esto es: "DIOS MIO, DIOS MIO, ¿POR QUE ME HAS ABANDONADO?"
Algunos de los que estaban allí, al oírlo, decían: "Este llama a Elías."
(Mateo 27:47)Al instante, uno de ellos corrió, y tomando una esponja, la empapó en vinagre, y poniéndola en una caña, Le dio a beber.
(Mateo 27:48)Pero los otros dijeron: "Deja, veamos si Elías Lo viene a salvar."
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Mateo 27:46 - Referencia Cruzada
Ustedes, todos los que pasan por el camino, ¿no les importa esto? Observen y vean si hay dolor como mi dolor, Con el que fui atormentada, Con el que el SEÑOR me afligió el día de Su ardiente ira.
(Lamentaciones 1:12)Diciendo: "Dios lo ha desamparado; Persíganlo y aprésenlo, pues no hay quien lo libre."
(Salmos 71:11)Pero quiso el SEÑOR Quebrantarlo, sometiéndolo a padecimiento. Cuando El se entregue a sí mismo como ofrenda de expiación, Verá a Su descendencia, Prolongará Sus días, Y la voluntad del SEÑOR en Su mano prosperará.
(Isaías 53:10)Y Jesús, clamando a gran voz, dijo: "Padre, EN TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPIRITU." Habiendo dicho esto, expiró.
(Lucas 23:46)Después de esto, sabiendo Jesús que todo ya se había consumado, para que se cumpliera la Escritura, dijo: "Tengo sed."
(Juan 19:28)Y a la hora novena (3 p.m.) Jesús exclamó con fuerte voz: "ELOI, ELOI, ¿LEMA SABACTANI?" que traducido significa, "DIOS MIO, DIOS MIO, ¿POR QUE ME HAS ABANDONADO?"
(Marcus 15:34)Cristo, en los días de Su carne, habiendo ofrecido oraciones y súplicas con gran clamor y lágrimas al que Lo podía librar de la muerte, fue oído a causa de Su temor reverente.
(Hebreos 5:7)Para el director del coro; sobre ajelet Hasahar. Salmo de David. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? ¿Por qué estás tan lejos de mi salvación y de las palabras de mi clamor?
(Salmos 22:1)